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Nueve personas con discapacidad y diez personas sanas participaron en un experimento para controlar un robot a través de sus pensamientos. Para llevar a cabo la hazaña, los científicos pusieron a los voluntarios un sombrero de electrodos que podía analizar sus señales cerebrales, convirtiéndolas en órdenes con el fin de poder mover el robot a su antojo.
Además de ser un fabuloso invento para personas con movilidad reducida, el robot dispone de varias aplicaciones para facilitar su labor, como por ejemplo poder evitar los obstáculos por sí mismo sin necesidad de que medie una orden por parte del controlador.
Las pruebas realizadas no detectaron ninguna diferencia en la capacidad de poder pilotar al robot entre personas sanas y gente con alguna clase de discapacidad.