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LOS MITOS DE LA GENÉTICA
En los genes se encuentran los rasgos que conforman nuestro aspecto y personalidad. Sin embargo, cómo se manifieste dicha información genética varía mucho dependiendo de varios factores. En este artículo te aclaramos todo lo que podemos y no heredar de los familiares.
El ácido desoxirribonucleico, conocido como ADN, es la molécula que contienen la información genética de cada ser vivo. En los genes, los segmentos básicos del ADN, se encuentra almacenada toda la información que padres y madres transmiten a sus hijos, y determinará las características del nuevo individuo.
Sin embrago, es importante aclarar que no todos los rasgos son transferibles, de igual manera que el factor ambiental jugará un papel crucial a la hora de manifestar la cierta información. El mundo de la genética es amplio y complejo: una característica, como la calvicie, puede implicar la suma de más de 300 genes y, además, no todos los genes tienen el mismo valor. A continuación, hacemos un pequeño repaso de qué información es posible heredar y, por tanto, que características competen únicamente a factores externos.
Muchos rasgos físicos vienen determinados por la información transmitida en el material genético. Desde el color de los ojos hasta el grupo sanguíneo dependen, únicamente, de la herencia de nuestros padres. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con la forma de las manos, el tipo de piel, la forma del pelo o incluso la aparición de las canas. Es curioso el caso de los hoyuelos de las mejillas y los lóbulos de las orejas, pues, al igual que las características anteriores, viene determinado por el material genético en su totalidad.
Otros rasgos físicos, aunque en cierto modo estén influidos por el material genético, dependerán de factores externos para manifestarse. Un ejemplo claro es la altura: aunque el ADN de una persona le otorgue una gran estatura, múltiples factores ambientales, como la alimentación, pueden provocar que finalmente no crezca todo lo esperado. Con la obesidad ocurre algo muy parecido. Ciertas personas poseen el gen iroquois, relacionado con la producción de materia grasa; sin embargo, con unos hábitos de vida saludables, es posible evitar padecer esta enfermedad.
El caso de la inteligencia merece especial atención. Entre 45 y un 55% de la inteligencia viene determinada en los genes, la otra mitad atiende a condicionantes familiares, sociales y personales. Además, la mayor parte de carga genética relacionada con las habilidades cognitivas se hereda, únicamente, de la madre.
Asimismo, la genética conductual es otro tema controvertido. Ciertas actitudes, como las habilidades artísticas, algunos hábitos de consumo, la predisposición al estrés al estrés o la agresividad, tienen una importante base genética. Sin embargo, al igual que ocurre con ciertos rasgos físicos, las circunstancias vitales de la persona representan un factor determinante en la configuración de la personalidad.
Los genes, de la misma manera, también pueden portar información acerca de algunas afecciones, es por ello que se habla de las conocidas enfermedades hereditarias. No obstante, como en los casos anteriores, ser portador de una enfermedad no significa padecerla necesariamente. Existen enfermedades, como la de Huntington, que, si sea heredado, nada se puede hacer para frenarla: si está en nuestro ADN, sus terribles síntomas aparecerán a partir de los 30 años. Sin embrago, para ciertos tipos de cáncer dependerá de factores externos, como el estilo de vida y el azar, que finalmente llegue a desarrollarse, aunque sí existe una propensión genética que puede aumentar las cusas de padecerlo
Por último, no son pocos los que se preguntan si la orientación sexual es genética, y por tanto se puede heredar. Lo cierto es que ningún estudio ha logrado establecer un vínculo claro entre sexualidad y ADN; no se ha encontrado ningún gen que propicie la heterosexualidad o la homosexualidad.
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