BUTIRATO, LA BACTERIA INTESTINAL PROTAGONISTA

Logran revertir las alergias alimentarias alterando la flora intestinal

Por ahora se ha conseguido en ratones, pero ya han comenzado los ensayos en otros animales y luego comenzarán las pruebas clínicas con humanos.

En el planeta hay cerca de 520 millones de personas que manifiestan algún tipo de alergia a los alimentos. Y es una cifra que no desciende, según los informes de la Organización Mundial de la Alergia (WAO por sus siglas en inglés), ya que ningún país ha señalado una disminución de las alergias alimentarias en los últimos 10 años. En Europa el total es de más de 17 millones de personas que padecen alergia alimentaria y el incremento más notorio, en la última década, es el de los menores de edad y con casos cada vez más graves.

De hecho, según el informe antes mencionado de la WAO, a nivel europeo las alergias alimentarias son la principal causa de anafilaxia en los menores entre 0 y 14 años y se han multiplicado por 7 los ingresos hospitalarios por reacciones alérgicas graves en los niños en la última década. En España, mientras tanto, hay dos millones de personas que sufren algún tipo de alergia alimentaria y aquí también la infancia es el sector más afectado: 8 % de los menores y un 3 % de la población adulta.

¿Qué ocurre en el sistema inmune de las personas con estas alergia? Básicamente, algunas de las bacterias del microbioma intestinal producen metabolitos, como el butirato, que fomentan el crecimiento de bacterias beneficiosas y mantienen el revestimiento del intestino. Pero si nuestro microbioma (la bacterias del intestino), no está en la proporción adecuada y fallan algunas bacterias, como las que producen butirato, los fragmentos de alimentos parcialmente digeridos pueden escaparse del intestino y producir una reacción inmunitaria y así llega la respuesta alérgica.

Una forma de tratar a las personas con alergias sería proporcionar las bacterias ausentes por vía oral o con un trasplante fecal, pero esto no funciona en todos los casos, según el experto en microbiología Jeffrey Hubbell. Para intentar resolver este trastorno que afecta a millones de personas, Hubbel se ha hecho una pregunta lógica: "¿por qué no les damos los metabolitos ausentes, como el butirato, a las personas con alergias para que recuperen un microbioma saludable?. El problema es que el butirato tiene un olor muy malo, como caca de perro y mantequilla rancia, y también sabe mal, por lo que la gente no querría tragarlo. E incluso si la gente pudiera tragarlo, el butirato sería digerido antes de llegar a su destino en el intestino inferior".

Para resolver esto, el equipo de Hubbell ha desarrollado una forma algo más "apetecible" de administrar butirato. Los resultadosse han presentado en la American Chemical Society (ACS).

Lo que han hecho los autores es, básicamente, unir el butirato a otras moléculas que anulan su olor y sabor y formaron con este "mejunje" unas esferas pequeñas o micelas (partículas muy pequeñas de sustancias solubles en agua). En el centro de estas micelas se encuentra el butirato. De este modo primero se disuelven las partículas que mejoran el sabor y el olor y el butirato puede llegar sano y salvo al intestino y recién allí se libera.

El equipo de Hubbell administró estas micelas a ratones que carecían de bacterias intestinales saludables o de un revestimiento intestinal que funcionara correctamente. El tratamiento restauró la barrera protectora y el microbioma del intestino, al aumentar la producción de péptidos que eliminan las bacterias dañinas, lo que dejó espacio para las bacterias productoras de butirato.

Lo que es más importante, la dosificación evitó una respuesta anafiláctica potencialmente mortal cuando estuvieron expuestos a cacahuetes. "Este tipo de terapia no es específica de un antígeno en particular – concluye Hubbell –. Así, en teoría, se puede aplicar ampliamente a cualquier alergia alimentaria para regular la salud intestinal".

Lo siguiente son los ensayos en animales más grandes, seguidos de ensayos clínicos. Si esos ensayos tienen éxito y la Administración de Drogas y Alimentos de EE. UU. (FDA) aprueba el tratamiento oral, las micelas podrían comercializarse en paquetes pequeños que se podrían tomar disueltos en agua o zumo

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