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INTIMIDAD MENTAL
Las Naciones Unidas advierten de los avances "potencialmente perjudiciales" de la neurotecnología.
La neurotecnología está avanzando tanto que todo apunta a que en un futuro las personas ya no podamos guardarnos para nosotros mismos ni siquiera nuestros pensamientos con la implantación de chips de inteligencia artificial. Esto es algo que preocupa bastante a la Organización de las Naciones Unidas. Advierten que, por ejemplo, existe un peligro para la privacidad y libertad de nuestros pensamientos.
Usar la inteligencia artificial "es como poner esteroides en la neurotecnología", dijo Mariagrazia Squicciarini, economista de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), a la Agente France-Presse. Dicho organismo celebró la semana pasada una conferencia en París para discutir las implicaciones éticas de esta tecnología en la atención de problemas neurológicos y resolvió que era urgente un marco regulatorio.
A medida que la inteligencia artificial mejore el campo de la neurotecnología necesitará una regulación. La tecnología tiene capacidades "de gran alcance y potencialmente dañinas", añade Gabriela Ramos, Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO.
Aunque la tecnología puede cambiar vidas, puede tener un coste, sugirieron funcionarios de la ONU. La UNESCO ha hablado con Hannah Galvin, una mujer epiléptica a la que se instaló un dispositivo de neurotecnología en el cerebro para detectar los ataques y avisar a los pacientes de cuándo deben tumbarse.
Al final, el dispositivo empeoró la vida de Galvin, quien afirmó que sufría hasta 100 convulsiones al día, por lo que el dispositivo se activaba constantemente. "Sentía que había alguien en mi cabeza, y no era yo. Y cada vez me deprimía más. No me gustaba nada", declaró, a quien finalmente se le retiró el dispositivo.
Sin embargo, la tecnología podría ser beneficiosa para otras personas, permitiendo a los ciegos ver o a los paralíticos caminar. "La neurotecnología podría ayudar a resolver muchos problemas de salud, pero también podría acceder al cerebro de las personas y manipularlo, y producir información sobre nuestras identidades y nuestras emociones", aseguró la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay. "Podría amenazar nuestros derechos a la dignidad humana, la libertad de pensamiento y la privacidad", concluyó.