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UN MÉTODO DE CONSERVACIÓN
Las novelas y películas de Parque Jurásico han servido de inspiración para un grupo de científicos del MIT, quienes han creado un método de conservación del ADN basado en el ámbar sintético.
A veces las películas de ciencia ficción sobrepasan la pantalla y llegan a la vida real. Hoy os hablamos de un logro relacionado con el ADN que podría revolucionar el mundo científico. En relación a este aspecto, hace unos días te hablamos sobre las modificaciones químicas que permiten invertir el giro en la secuencia del ADN, y hoy te explicamos cómo se podría almacenar el ADN durante cientos de años.
En la famosa saga de novelas y películas Parque Jurásico se conseguía volver a dar vida a los desaparecidos dinosaurios gracias a un mosquito prehistórico que había quedado atrapado en ámbar sintético. La explicación de este suceso está en que la resina de árbol permite conservar cualquier organismo durante millones de años.
Ahora un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha conseguido llevar a la realidad esta idea. Aunque estos han sido inspirados por las novelas de Michael Crichton, su propósito no ha sido revivir a los dinosaurios, sino poder conservar el ADN durante miles de años. Para ello, han desarrollado un polímero parecido al ámbar con el que poder almacenar cualquier organismo, desde partes del ADN hasta cualquier tipo de archivo de música o imágenes.
En este aspecto, algunos de los científicos que han llevado a cabo esta investigación explican que se podrá conservar cualquier tipo de información, mediante la codificación de todos ellos. El ADN permite almacenar esta información digital a muy alta densidad, además es muy estable y relativamente fácil de sintetizar y secuenciar.
El material utilizado es termoestable, está hecho a partir de estireno y permite proteger el ADN de la humedad. Esto significa que está hecho de polímeros que se convierten en un sólido vítreo cuando se calienta. A la hora de querer extraer los datos del ADN, el material se expone a una molécula llamada cisteamina, que rompe los enlaces que mantienen unido el termoestable.
En los ensayos, este material que recubría el ADN era sometido a temperaturas de hasta 75 ºC y una vez que se recuperó el ADN se confirmó que no había sufrido ningún daño.
La revolución de este descubrimiento se encuentra, en parte, en que los métodos utilizados hasta ahora para la conservación de ADN necesitaban temperaturas de congelación y consumían mucha energía y, por tanto, no eran viables en algunas partes del mundo.
Sin embargo, este nuevo hallazgo cuenta con algunos inconvenientes también: se tarda varios días en incrustar el ADN en las partículas de sílice, y, por su parte, para extraer el ADN se necesita ácido fluorhídrico y podría ser peligroso para los trabajadores que lo manipulen.
En honor a la ficción que inspiró a estos científicos a desarrollar dicho método de conservación, decidieron llamarlo T-REX (Thermoset-REinforced Xeropreservation).