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No, partir una pastilla no significa tomar "la mitad del medicamento": por qué nunca deberías hacerlo

Aunque pueda parecer una práctica inofensiva, partir un comprimido puede alterar la forma en que el cuerpo absorbe el principio activo y comprometer tanto su eficacia como su seguridad.

Muchas personas piensan que cortar una pastilla equivale a reducir su dosis a la mitad, pero no siempre es así. Aunque pueda parecer una práctica inofensiva, partir un comprimido puede alterar la forma en que el cuerpo absorbe el principio activo y comprometer tanto su eficacia como su seguridad.

La farmacéutica Alison Milleradvierte que dividir una pastilla puede modificar su mecanismo de liberación. En los medicamentos de liberación prolongada, por ejemplo, el principio activo está diseñado para actuar de forma gradual. Si se parte, esa liberación se vuelve inmediata, lo que puede provocar efectos secundarios o una menor duración del tratamiento.

No todas las pastillas se pueden dividir. Solo aquellas con una línea central marcada y aprobadas específicamente para ello garantizan una distribución homogénea del medicamento. En cualquier caso, los expertos recomiendan consultar siempre al médico o farmacéutico antes de hacerlo.

Además, nunca se deben cortar con las manos: usar un partidor de pastillas asegura precisión y evita pérdidas de producto. Y, si es posible, hacerlo justo antes de consumirla. Y es que lo que parece un gesto simple puede tener consecuencias importantes. Ante la duda, lo más seguro es dejar que un profesional indique cómo tomar correctamente cada medicamento.

Más allá de la cuestión técnica, los especialistas insisten en que partir un comprimido también puede generar una falsa sensación de control sobre el tratamiento. Muchos pacientes creen que ajustar la dosis por su cuenta es un gesto menor, pero en realidad altera un plan terapéutico diseñado a medida. Una variación aparentemente pequeña puede ser irrelevante en algunos casos, pero en otros compromete el equilibrio del tratamiento o incluso retrasa la mejoría.

Finalmente, los profesionales sanitarios recuerdan que, cuando existe la necesidad de ajustar una dosis, casi siempre hay alternativas más seguras: presentaciones en dosis más bajas, formas líquidas o incluso cambios de medicación. Tomar decisiones de forma autónoma puede parecer práctico, pero la supervisión médica es clave para evitar riesgos y garantizar que el tratamiento sea realmente efectivo.

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