SENSACIONES QUE NOS GUSTAN

Peligro o placer, ¿cómo aprendemos la diferencia?

A veces obtenemos cierto gusto al experimentar situaciones de riesgo. Ahora la ciencia ha descubierto cómo nuestro cerebro distingue los límites.

Hombre en situación de peligroAlexas_Fotos para Pixabay

En el circo de nuestro cerebro, una de las pistas centrales, de las más observadas por la ciencia, se encuentra la amígdala. Dos masas en forma de almendra, una en cada hemisferio, que en lo profundo de los lóbulos temporales controlan sino toda nuestra vida, al menos su parte social.

La comprensión de la información emocional (el análisis de los rostros y los comportamientos ajenos) y el aprendizaje que obtenemos de ella nos lleva a realizar elecciones sobre cómo debemos comportarnos en ciertos contextos. Y esto es clave para nuestra vida social.

Al igual que la amígdala. Esta pequeña región es responsable de numerosas actividades cerebrales. Nos ayuda a aprender y recordar las lecciones para reaccionar en el futuro. Activa nuestra respuesta de lucha o huida dependiendo de las circunstancias. Incluso promueve la liberación de una sustancia química que altera (para bien) nuestro humor: la dopamina.

Su especialización es tal que un estudiopublicado en 'Cerebral Cortex' descubrió que estímulos eléctricos de la amígdala derecha indujeron emociones negativas, especialmente miedo y tristeza, mientras que la estimulación de la amígdala izquierda generaba una respuesta vinculada a la felicidad.

Hay regiones especializadas, por ejemplo, que están involucradas específicamente en el procesamiento visual de rostros. La amígdala también sería responsable de la detección de amenazas y hasta tendría mucho que decir en lo que respecta a empatía y compasión, según demostró un estudio realizado con monjes budistas.

Los científicos han aprendido todo esto estudiando la amígdala durante décadas. Pero todavía no hemos llegado a una comprensión completa de cómo funcionan muchos de estos procesos.

Ahora, el neurocientífico Bo Li, del Laboratorio Cold Spring Harbor, nos ha permitido espiar nuevos detalles de esta "pista central" de nuestra mente. Su laboratorio realizó recientemente una serie de descubrimientos que muestran cómo las neuronas llamadas neuronas de la amígdala central (CeA) que expresan somatostatina (Sst+, una hormona que inhibe la síntesis de la hormona del crecimiento) nos ayudan a aprender sobre amenazas y recompensas. El equipo de Li también demostró cómo estas neuronas se relacionan con la dopamina. Los descubrimientos podrían conducir a futuros tratamientos para la ansiedad o la adicción a las drogas.

Para probar cómo las neuronas Sst+ CeA nos ayudan a aprender, los responsables del estudio, publicado en 'Nature', entrenaron a ratones para asociar sonidos específicos con recompensas o castigos particulares y tomaron imágenes de los cerebros de los ratones mientras recibían los premios o las sanciones .

Si bien se creía que la amígdala no podía distinguir entre buenos y malos estímulos, el equipo de Li descubrió que las neuronas no solo respondían de manera diferente a las recompensas frente a los castigos, sino que también respondían de manera diferente a tipos distintos de recompensas. Por ejemplo, si los ratones recibieron agua, sus neuronas se activaron de manera diferente que si recibieran comida o agua azucarada.

"Esto es completamente nuevo para nosotros – señala Li en un comunicado–. Estas neuronas realmente se preocupan por la naturaleza de cada estímulo individual. Es casi como un área sensorial".

El equipo de Li también vio que los cerebros de los ratones dispararon más neuronas Sst+ CeA con más fuerza después del entrenamiento. Esto sugiere que las neuronas son importantes para el aprendizaje. Para confirmarlo, los científicos inhibieron las neuronas Sst+ CeA en algunos de los ratones y descubrieron que estos animales no podían aprender a asociar sonidos con recompensas o castigos.

Pero al "apagar" las neuronas hicieron otro hallazgo clave: también se suprimieron las respuestas normales de las neuronas dopaminérgicas (vinculadas a la dopamina). Así, si nuestras neuronas en esta región no "aprendieron" a diferenciar recompensa de castigo o se han disparado en ambos eventos con una fuerza similar, se puede producir la confusión entre peligro y placer y precisamente es la respuesta vinculada a la dopamina (la que nos hace feliz) la que puede generar que confundamos peligro con placer, al liberar esta hormona en las dos situaciones.

"Descubrimos que esas neuronas son necesarias para el funcionamiento normal de las neuronas de dopamina y, por lo tanto, son importantes para el aprendizaje de recompensas – concluye Li –. Esa es una evidencia directa de cómo las neuronas CeA regulan la función de las neuronas de dopamina. Nuestro estudio proporciona una base para desarrollar formas más específicas de regular estas neuronas en diferentes condiciones de enfermedad".