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¿PLACER O VICIO?
Queso, pizza, hamburguesa o chocolate, hay una razón por la que "soñamos" con saborear estos alimentos y las respuestas están en nuestro cerebro.
Tras una celebración, después de toda una semana de estrés o simplemente cuando te apetece darte un capricho hay ciertos alimentos y comidas que no dejan de dar vueltas en tu mente y te hacen salivar.
Y es que normalmente lo que quieres no es un plato de cocido o de lentejas, sino algunos de esos "guilty pleasures" (placeres culpables) como la pizza o el chocolate. Resistirse a ellos no siempre es posible e incluso a veces llegan a provocar algún tipo de adicción.
Dos claves: recompensa y placer
Algunos apuntan que la respuesta de porque no podemos pensar en cierto tipos de alimentos podría estar en nuestra propia cabeza. Así es, los mecanismos cerebrales que toman parte en el sistema de recompensa nos hacen asociar situaciones a sensaciones placenteras. Así, cuando comemos algo que nos gusta nuestro cerebro aprende y en el futuro incitará que esa experiencia vuelva a repetirse.
Funciona de forma muy similar a las drogas, pues, al fin y al cabo, para el que le gusta ponerse hasta las botas, la comida sí que puede ser un vicio. A pesar de que los alimentos que se nos antojan no son los más recomendables para nuestra salud, hay algo que nos mueve a querer consumirlos.
Puro instinto de supervivencia
Las galletas, las tartas e incluso las hamburguesas todos estos pequeños placeres están deliciosos, pero también son procesados y tienen altas cantidades de grasas y azúcares añadidos.
Tanto los amantes del chocolate como los "cheese lovers" tampoco se libran. Estos alimentos también son adictivos y no muy sanos para quienes los degustan. Sin embargo, lo que nos induce a su consumo no es otra cosa sino nuestro propio instinto de supervivencia.
Es decir, nuestro cuerpo siempre va a decantarse por lo que considera bueno para nuestra supervivencia. Pero, si no son buenos, ¿por qué los elige entonces? Lo cierto es que son alimentos con alto contenido calórico, que nos satisfacen rápidamente y que nos dan una subida de energía. Perfecto para estar alerta ante cualquier estímulo peligroso.
Desafortunadamente, los alimentos que nos aportan este contenido son aquellos que tienen más azúcares y grasas y, si abusamos de ellos, en el futuro podemos tener problemas cardiovasculares, de hipertensión, diabetes e incluso sobrepeso u obesidad.
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