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UN BALCÓN, UNA MONTAÑA...
¿Te ha pasado alguna vez que estás en lo alto de una terraza, un acantilado, un balcón... y te han dado ganas de saltar abajo?
Puede que alguna vez hayas estado en un balcón de un edificio muy alto, en el pico de una montaña, al borde de un acantilado, y de repente te hayan entrado ganas de saltar. Tranquilo, es mucho más frecuente de lo que creemos. De hecho, es tan común que los franceses tienen un término para ello: L’appel du Vide (la llamada al vacío), y no está relacionado al pensamiento suicida.
Álvaro Fernández, el conocido farmacéutico de Tik Tok explicaba este fenómeno en uno de sus recientes vídeos. "Le pasa a mucha más gente, pero no lo comentan porque piensan que los demás van a pensar que están mal de la cabeza", explicaba. "Se trata de un pensamiento intrusivo que no se puede evitar".
Pero entonces, ¿significa realmente que te quieres tirar? Tal y como explica este experto, "según algunos científicos no significa que te quieras tirar ni que te lo estés planteando de verdad".
"Algunos científicos dicen que es una señal de seguridad de nuestro cerebro pero que nosotros la interpretamos mal", asegura Álvaro. "Nos está diciendo: "aquí estás bien, pero no te arrimes más que lo vas a dejar de estar"".
En definitiva, si has tenido este pensamiento alguna vez no significa que te quieras suicidar. Se trata de algo normal que a cualquiera le puede pasar.
En el año 2012, la doctora en psicóloga de la Universidad de Notre Dame, Jennifer L. Hames, comenzó a interesarse por este curioso fenómeno mental que le llevo a iniciar una investigación al respecto. Para ello, analizó el historial psicológico de 431 estudiantes y su relación con los HPP (abreviatura en inglés de High Place Phenomenom).
Los resultados mostraron que estas "llamadas al vacío" se experimentan por igual entre ideadores de suicidio y no ideadores. Además, tal y como explicaba Farmacéutico Fernández, en esta investigación también se descubrió que lejos de un error mental que nos incita a tirarnos, podría ser en realidad una señal malinterpretada de seguridad del cerebro, que nos pone alerta y nos marca los límites para alejarnos del peligro.
Años más tarde, en 2020, otra investigación similar liderada por el doctor Tobias Teismann concluyó que estos episodios no son un signo de psicopatología y que las personas que los viven no deberían necesariamente "interpretar esas experiencias como una expresión de un deseo de muerte oculto", ya que es algo que han vivido muchas personas "independientemente de sus tendencias suicidas o su nivel de ansiedad".