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¿TE HA PASADO?
Se llama "incontinencia de llavero" y la explicación de por qué te pasa está más en tu cabeza que en tu vejiga.
Has salido, no has ido al baño en horas, pero llegas a casa y te dan muchísimas ganas de orinar. Y es que a medida que te acercas al baño parece que tu vejiga se llenara más y más. Pero, ¿tenemos tantas ganas realmente o se trata más bien de nuestro subconsciente?
Hay personas que no salen tranquilas de casa si antes no pasan por el inodoro y estas mismas son también de las que lo último que hacen cuando se acuestan es ir al baño. Este fenómeno se llama "incontinencia de llavero" y no, la explicación no está en tu vejiga, sino en tu cabeza.
La clave: vejiga, cerebro y casa
Desde que somos pequeños nuestros padres nos han insistido en que antes de salir de casa hiciéramos pis. Al fin y al cabo, nunca sabes cómo te vas a encontrar los baños fuera de casa y, es más, muchas infecciones de vejiga se cogen precisamente en aseos públicos.
Con el paso del tiempo hemos aprendido que no hay mejor sitio para orinar que nuestro hogar y, al igual que salivamos ante un alimento rico, nos dan ganas de orinar justo cuando estamos a punto de llegar a casa.
Desde la psicología se denominan estas asociaciones con el nombre de "reflejos condicionados" y vienen desde el perro de Pavlov. El psicólogo ruso Iván Pavlov fue el primero en demostrar las claves del condicionamiento y lo hizo enseñando a su perro a reaccionar involuntariamente ante diferentes estímulos.
Pavlov hacía sonar una campana antes de dar de comer a su perro. Poco a poco, el animal empezó a relacionar el sonido con la llegada de algo rico y, hubiera comida o no, cada vez que Pavlov hacía sonar la campana el perro salivaba.
Que hayamos aprendido a asociar el hecho de llegar a casa con hacer nuestras necesidades fisiológicas es la clave. Es más, según un estudio de la Wenzhou Medical University (China), la “incontinencia de llavero” se debe a la conexión que existe entre nuestra vejiga y nuestro cerebro, ya que tengamos la vejiga llena o no, nos aseguramos de ir al servicio en cuanto llegamos a casa.
Otros factores que influyen
Si eres de esas personas que van una y otra vez al baño sin causa, hay otros factores que pueden ayudarte a entender qué le pasa a tu cuerpo. Lejos de las fobias o las manías personales, hay estímulos sensoriales que influyen en nuestro cuerpo.
Seguramente alguna vez hayas tenido que ir al servicio, pero hayas sentido que no podías vaciar la vejiga. Mucha gente opta por abrir el grifo y dejar correr el agua hasta que consiguen orinar. ¿Por qué? Ghei y Malone-Leeidentificaron que cuando escuchamos el ruido del correr del agua, la cisterna o incluso nos mojamos las manos, nuestro cuerpo reacciona y facilita la relajación del esfínter uretral, el mecanismo que provoca la orina.
¿Se puede controlar? Lo cierto es que sí, pero su efectividad depende de cada uno. Algunos expertos aseguran que la mejor forma de aguantar las ganas de ir al baño es distraerse haciendo otras cosas y manteniendo la mente ocupada. De esta forma, nuestro cerebro dejará de hacer caso a nuestra vejiga y podremos aguantar las ganas un poco más.
Eso sí, tenemos que tener claro que una cosa es la respuesta condicionada de nuestro cuerpo y otra muy diferente la necesidad real. Las ganas de orinar no siempre están en nuestra mente y aguantar las ganas de ir al baño puede ser perjudicial para nuestro cuerpo.
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