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CIENCIA
Aunque creemos que los perros son mejores olfateadores que nosotros, en realidad también despuntamos en ese sentido, pero nos cuesta más percibir nuestro propio aroma.
Aunque pensemos que nuestro olfato no es comparable al de otros animales, en realidad no estamos tan lejos como creemos.
Según informa Live Science, si bien nuestro sentido del olfato a menudo se compara (desfavorablemente para nosotros) con el de especies súper olfateadoras como perros, ratones y cerdos, los humanos en realidad no somos malos oliendo y, en algunos casos, podemos olfatear más que estos animales con los que competimos. La nariz humana tiene alrededor de 400 receptores olfativos, y de hecho somos capaces de detectar los aromas de las plantas mejor que los perros.
Sin embargo, el sentido del olfato parece empeorar cuando se trata de olernos a nosotros mismos. Cada uno tenemos un olor propio, y no se trata de que no seamos capaces de olernos, sino que como siempre estamos expuestos a nuestro olor particular, nos volvemos insensibles a él. Sucede lo mismo con el olor de nuestra casa, que es único pero con el tiempo dejamos de percibirlo. Se trata de un caso de fatiga olfativa.
Hay casos en los que nuestro olfato se refuerza en algunas situaciones, como por ejemplo con alimentos como el ajo. Además, hay enfermedades que hacen que desarrollemos un olor característico. Se dice que la fiebre tifoidea hace que el sudor huela a pan recién hecho.
Nuestro olor también condiciona nuestras relaciones sociales. De forma subconsciente, todos buscamos a alguien que huela de forma similar a nosotros. No sabríamos decir cuál es nuestro olor, pero a la vez lo buscamos en los demás.