Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
CURIOSIDAD
Las burbujas que observamos en los vasos de agua y que no sabemos a qué se deben, tienen una explicación, y no tiene que ver con tener el agua en reposo sino con la temperatura de esta.
Puede que alguna vez te hayas fijado en el vaso de agua que has dejado encima de la mesa y lleva varios minutos reposando. Es en ese momento cuando empiezan a aparecer burbujas que se pegan al cristal e incluso podemos percibir que ha variado ligeramente el sabor.
La clave de estos cambios no se encuentra en el tiempo que pase el agua en reposo sino en la temperatura a la que se encuentra. Al servirnos agua del grifo, esta normalmente se encuentra a una temperatura menor a la del ambiente.
Si el agua permanece estancada durante un tiempo, su temperatura se igualará con la del entorno progresivamente ya que, al aumentar la temperatura del agua, su composición varía ligeramente. La solubilidad (capacidad de una sustancia a disolverse en un medio determinado) del aire en el agua disminuye, por lo que va expulsando el aire que hay disuelto en el agua. Esto se hace en pequeñas burbujas, algunas quedan pegadas a las paredes del vaso y otras salen a la superficie y desaparecen.
Es un proceso similar al que se produce con el agua a punto de hervir. Al contener menos oxígeno, su sabor varía ligeramente. Son unos cambios que no podríamos explicar, pero sí que los percibimos. También afecta el hecho de que el polvo en suspensión pueda entrar en contacto con el agua y al acumularse durante un rato, su sabor se verá afectado.