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Los nombres de las estaciones del año tienen raíces que se remontan a civilizaciones antiguas reflejando tanto fenómenos naturales como influencias culturales
Los nombres de las estaciones del año son una herencia de las civilizaciones más antiguas del planeta, y su origen se pierde en tiempos remotos. Aunque hoy en día reconocemos estas cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno, no siempre fueron estos sus nombres.
La etimología de las estaciones es fascinante, y es que su origen proviene de la época griega basándose en la leyenda de Deméter, Hades y Perséfone, donde la diosa de la tierra crea las estaciones según el tiempo que pasa el dios de los infiernos con su hija. Es por ello que los nombres reflejan distintos aspectos culturales y lingüísticos de las sociedades que los acuñaron.
La palabra "primavera" proviene del latín "prima vera", que significa "primer verdor" , hallándose registros de este término alrededor del año 1490. Este nombre evoca la renovación de la naturaleza y el florecimiento de la flora, características dominantes de esta estación. La palabra se usa para describir el período del año cuando todo comienza a brotar y revivir después del invierno.
La palabra "verano" viene también del latín "veranum tempus", que se traduce como "tiempo de verano", aunque también se interpreta como "tiempos de verdor", representando la continuación del "primer verdor" introducido por la primavera. El término se asociaba originalmente con el calor y el periodo más cálido del año.
La palabra "otoño" deriva del latín "autumnus" que se vincula a "aumentar". Esto indica que el año está en su plenitud, marcando el final del ciclo de la vegetación. Es la estación de la transición, donde las hojas caen y la naturaleza se prepara para el reposo invernal, simbolizando un periodo de recogimiento y preparación para el invierno. En esta época los agricultores cosechaban sus últimas plantaciones y llenaban los almacenes.
La palabra "invierno" tiene sus orígenes en la palabra del latín 'hibernum'. También estaría relacionada con 'hiemal', palabra que comparte raíz indoeuropea con la palabra griega para referirse a la nieve.
Estas etimologías reflejan cómo diferentes culturas percibían y describían los ciclos naturales que observaban a su alrededor.