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EN OCASIONES FUERON FRUCTÍFEROS
La evolución de nuestro genoma, en los últimos 40.000 años le debe mucho a nuestros primos.
Durante cientos de miles de años, los neandertales vivieron en la parte occidental del continente euroasiático, pero unos 40.000 años atrás se produjo un encuentro que los cambiaría para siempre. A ellos y a nosotros, los Homo sapiens. Ellos se extinguieron, pero no sin antes compartir refugio, comida, costumbres y sexo. Esto causó la integración del ADN del neandertal en el genoma del sapiens. Una huella que todavía está presente. Pero que no nos afectó a todos por igual.
Un equipo de científicos de la Universidad de Ginebra ha analizado la distribución de la porción de ADN heredada de los neandertales en los genomas del ser humano (Homo sapiens) durante los últimos 40.000 años. Los resultados, publicados en Science, muestran sutiles variaciones en el tiempo y el espacio geográfico que nos ayuda a comprender la historia común de estas dos especies.
Gracias a la secuenciación del genoma y al análisis comparativo, se establece que neandertales y los sapiens se cruzaron y que estos encuentros fueron en ocasiones fructíferos, lo que llevó a la presencia de alrededor del 2% del ADN de origen neandertal en los euroasiáticos actuales. Sin embargo, este porcentaje varía ligeramente entre regiones de Eurasia: es más abundante en poblaciones asiáticas que en las europeas.
Una hipótesis para explicar esta diferencia es que la selección natural no habría tenido el mismo efecto sobre los genes de origen neandertal en las poblaciones asiáticas y europeas. Pero el equipo de Mathias Currat, líder del estudio, buscó las razones en otro sitio. En un estudio previo, basado en simulaciones por ordenador, concluye que tales diferencias podrían explicarse por los flujos migratorios: cuando una población migrante se mezcla con una población local, en su área de convivencia, la proporción de ADN de la población local tiende a aumentar con la distancia del punto de partida de la población migrante.
En el caso de los sapiens y los neandertales, la hipótesis es que cuanto más se aleja de África, punto de origen del Homo sapiens, mayor es la proporción de ADN procedente de los neandertales, una población situada principalmente en Europa. Para probar esta hipótesis, el equipo de Currat utilizó una base de datos proporcionada por la Facultad de Medicina de Harvard que incluye más de 4.000 genomas de individuos que han vivido en Eurasia durante los últimos 40 milenios.
''Nuestro estudio se centra principalmente en las poblaciones europeas – explica Claudio Quilodrán, coautor del estudio, en un comunicado -, ya que obviamente dependemos del descubrimiento de huesos y del estado de conservación del ADN. Resulta que las excavaciones arqueológicas han sido mucho más numerosas en Europa, lo que facilita enormemente el estudio de los genomas de las poblaciones europeas''.
Los análisis estadísticos revelaron que, en el período posterior a la salida del Homo sapiens de África, los genomas de los cazadores-recolectores del Paleolítico que vivían en Europa contenían una proporción ligeramente mayor de ADN de origen neandertal que los genomas de los que vivían en Asia. Este resultado es contrario a la situación actual, pero concuerda con los datos paleontológicos, ya que la presencia de neandertales se informó principalmente en el oeste de Eurasia.
Posteriormente, durante la transición al Neolítico, es decir, la transición del estilo de vida cazador-recolector al estilo de vida campesino, hace entre 10.000 y 5.000 años, el estudio muestra una disminución en la proporción de ADN de origen neandertal en los genomas de las poblaciones europeas, lo que resultó en un porcentaje ligeramente inferior al de las poblaciones asiáticas (como se observa actualmente). Esta disminución coincidió con la llegada a Europa de los primeros agricultores de Anatolia (Turquía) y de la zona del Egeo, que portaban una proporción menor de ADN de origen neandertal que los habitantes de Europa en la misma época. Al mezclarse con las poblaciones de Europa, los genomas de los agricultores de Anatolia "diluyeron" un poco más el ADN neandertal.
Este estudio muestra que el análisis de genomas antiguos, junto con datos arqueológicos, permite rastrear diferentes etapas en la historia de las especies hibridadas. "Además, empezamos a tener datos suficientes para describir cada vez con mayor precisión el porcentaje de ADN de origen neandertal en el genoma del sapiens en determinadas épocas de la prehistoria. Nuestro trabajo puede servir como referencia para futuros estudios que permitan detectar más fácilmente perfiles genéticos que se desvían de la media y que, por tanto, podrían revelar un efecto ventajoso o desventajoso", concluye Currat.