TEST DEL MALVAVISCO

Una sepia adulta demuestra ser tan inteligente como un niño de cuatro años

Un equipo de científicos ha sometido a estos cefalópodos al experimento del "test del malvavisco".

Sepia comúnWikipedia

El test del malvavisco es un experimento científico desarrollado por científicos de la Universidad de Stanford a finales de la década de 1960. Fue dirigido por el psicólogo Walter Mischel con el objetivo de investigar el desarrollo cognitivo de los niños.

Este experimento consiste en ofrecerles una golosina y dejarles solos durante 15 minutos prometiéndoles que, si no se la comían durante ese tiempo, recibirían una recompensa mejor. Según los investigadores, retrasar la gratificación demuestra que los niños han desarrollado la capacidad cognitiva de la planificación futura.

Esto sucede, por lo general, entre los cuatro y los seis años de edad. Hasta ahora, además de los seres humanos, solo determinadas razas de primates, cuervos y canes habían logrado superar el experimento, pero no de forma consistente. Algo que sí han logrado las sepias, tal y como ha descubierto un grupo de científicos.

Los investigadores adaptaron este test para probarlo en sepias. Para llevarlo a cabo, diseñaron un tanque de agua especial y colocaron seis sepias en su interior. Además, se incluyeron en su interior tres compartimentos identificados con un determinado símbolo: uno que se abría de forma inmediata (círculo), otro que lo hacía pasados entre 10 y 120 segundos (triángulo) y un último que permanecía siempre cerrado (cuadrado). Los animales habían sido entrenados para saber que estas formas indicaban que las puertas se abrirían pasado un tiempo más largo o más corto.

Cuando las sepias se comían la primera presa, los investigadores retiraban la segunda y más apetecible. Tal y como detallan en el experimento, cuyos resultados fueron publicados en la revista Proceedings of the Royal Society B, no lo tuvieron que repetir mucho más porque las sepias fueron capaces de aprender que la paciencia les llevaba a un alimento mejor y esperaron.

El resultado del experimento deja claro que las sepias y, probablemente, el resto de cefalópodos son capaces de autocontrolarse y de realizar una planificación futura. Los investigadores proponían que la explicación podría estar en la estrategia que siguen estos animales para cazar: las sepias suelen camuflarse y esperar a que sus presas se acerquen para atacarlas.