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CURIOSIDAD
Cada vez estamos menos acostumbrados al silencio por los constantes estímulos que nos rodean, pero la verdad es que el silencio se oye y el proceso es de lo más curioso.
En ciertas ocasiones, es posible sentirse abrumado por el ruido del ambiente en el que nos encontramos y buscamos un poco de silencio. Se entiende como silencio la ausencia total de sonido, pero esto no termina de ser acertado del todo. A pesar de lo que dice la teoría, en la práctica el cerebro recoge el silencio como un sonido más.
Y es que el oído no es el único sentido que percibe la ausencia de un estímulo como un estímulo más. Es el mismo caso que la vista, que cuando están los ojos cerrados se visiona una especie de gris muy concreto; al igual que el oído, que cuando no hay ruido, el cerebro recibe el silencio como uno.
El sonido es percibido por el cerebro cuando el tímpano recibe las ondas sonoras, y vibra de manera que se traduce en sonido. Cuando hay silencio el tímpano no vibra, pero las mismas áreas del cerebro que recogen estas vibraciones actúan igualmente. Tras la realización de varios experimentos sonoros en los que se usaron sonidos ambiente y silencios de distintas duraciones, se descubrió que el cerebro es capaz de distinguir la duración y otros atributos en ambos casos.
Que en la actualidad sea difícil conseguir un minuto de silencio tiene efectos negativos en muchos sentidos como neurociencia, psicología o cardiología entre otros. El ruido constante puede provocar una pérdida de capacidad auditiva, lo que da mayor importancia al hecho de que seamos capaces de escuchar lo contrario, el silencio.
Que el cerebro sea capaz de reaccionar ante la ausencia de sonido, cuando es complejo encontrarse una situación que lo permita, es importante. Ya no como fuente de relajación, sino que es igualmente importante en cuestión de salud.