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SEGÚN UN ESTUDIO
Un estudio analizó la salud mental de casi medio millón de personas durante 15 años. Estas son sus conclusiones.
La enfermedad de Parkinson es una afección cerebral que causa trastornos del movimiento, mentales y del sueño, dolor y otros problemas de salud. Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los científicos es que no tiene cura y empeora con el tiempo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la discapacidad y las defunciones debidas a la enfermedad de Parkinson están aumentando rápidamente. La cantidad de gente que la sufre se ha duplicado en los últimos 25 años y actualmente alcanza los 8,5 millones de personas y las muertes que causa se han duplicado desde el año 2000. En España el panorama es similar, según datos de la Sociedad Española de Neurología: el número de afectados por esta enfermedad se duplicará en 20 años y se triplicará en 2050.
A pesar de que cada vez se sabe más sobre el Parkinson, debido a la imposibilidad de encontrar una cura, las estrategias se basan en la prevención. Y desde diferentes campos: desde el uso de inteligencia artificial, hasta escáneres oculares. Y ahora se habría descubierto otra clave: la soledad.
Los estudios científicos definen la soledad como "un sentimiento subjetivo angustioso que surge de la discrepancia entre las relaciones sociales deseadas y percibidas y se caracteriza por una mayor vulnerabilidad emocional". Este sentimiento ya se ha vinculado con otras afecciones neurológicas como el Alzheimer. Sin embargo, hasta hace poco, no existía evidencia que relacionara la soledad con la enfermedad de Parkinson.
Esto es fundamental teniendo en cuenta que, en la Unión Europea, la primera encuesta sobre soledad concluyó que un 13% de la población manifestó este sentimiento de forma frecuente.
Basándose en la información del Biobanco del Reino Unido, una encuesta de información sanitaria con más de medio millón de participantes de entre 38 y 73 años, un equipo liderado por Antonio Terracciano, de la Universidad de Florida, se propuso investigar si la soledad y la enfermedad de Parkinson muestran algún vínculo. Y, más importante aún, si este es independiente de otros factores de riesgo como la edad, el sexo y la vulnerabilidad genética.
Los voluntarios del estudio fueron evaluados desde el 13 de marzo de 2006 hasta el 9 de octubre de 2021. Tras descartarse algunos que no querían participar del análisis y otros que no comprendían la sensación de soledad, el estudio, publicado en JAMA, realizó un seguimiento sobre 491.603 participantes (el 54% mujeres y todos con una edad promedio de 56 años. Los resultados mostraron que la soledad se asocia significativamente con un mayor riesgo de incidente de enfermedad de Parkinson, independientemente de factores demográficos y socioeconómicos, aislamiento social, riesgo genético y salud física y mental.
Dependiendo de las costumbres (fumadores, sedentarios y otras variables) el riesgo pasaba de un 30% más probable a un 15% si tenían rutinas más saludables. Los autores también destacan que no hubo asociación entre la soledad, el Parkinson y el sexo de los participantes, aunque hubo más hombres que mujeres que señalaron sentirse solos.
"Este estudio – concluyen los autores - suma evidencia sobre el impacto perjudicial de la soledad para la salud y respalda los recientes reclamos a favor de los efectos protectores y curativos de una conexión social personalmente significativa. Hemos descubierto que la soledad estaba asociada con el riesgo de incidente de Parkinson en todos los grupos demográficos e independientemente de la depresión y otros factores de riesgo prominentes y el riesgo genético. Los hallazgos se suman a la evidencia de que la soledad es un determinante psicosocial sustancial de la salud".
Teniendo en cuenta estas conclusiones y la prevalencia de la soledad en Europa, los responsables de políticas sanitarias y de salud mental específicamente, pueden tomar nuevas medidas para prevenir o al menos reducir, la incidencia de la enfermedad de Parkinson.