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SALUD MENTAL Y FÍSICA
Los responsables del hallazgo señalan que esto permitirá identificar a quienes tienen un riesgo elevado y tal vez incluso prevenir eventos cardíacos.
La investigación en estrés, uno de los mayores condicionantes de nuestra salud física y mental, es cada vez mayor. Desde sus efectos en la propagación del cáncer, su influencia en el embarazo, pero también su capacidad para llevarnos a conseguir nuevos retos. Pero no todo es tan sencillo.
Las estadísticas señalan que los ataques cardíacos tienden a aumentar en ciertas épocas del año, como las vacaciones de invierno, las elecciones o los eventos deportivos, pero las razones de esto no se comprendían del todo bien.
De acuerdo con un nuevo estudio, presentado en el Congreso del Colegio Estadounidense de Cardiología, las personas con rasgos genéticos específicos y aquellas que padecen ansiedad o depresión tienen un riesgo de ataque cardíaco significativamente mayor durante períodos de estrés social o político que en otros momentos. Los autores, liderados por Shady Abohashem de la Universidad de Harvard, señalan que los hallazgos sugieren oportunidades para identificar a quienes tienen un riesgo elevado y tal vez incluso prevenir eventos cardíacos.
Este estudio es el primero en examinar la base genética de la sensibilidad al estrés como un posible factor detrás de los síndromes coronarios agudos (o SCA por sus siglas en inglés), que incluyen ataques cardíacos y otras afecciones graves en las que el corazón se ve repentinamente privado de suministro de sangre. Los resultados mostraron que las personas con alta sensibilidad genética al estrés tenían un mayor riesgo de SCA durante períodos estresantes y ese riesgo se triplicaba entre las personas que también tenían ansiedad o depresión.
"Descubrimos que las personas que están genéticamente predispuestas al estrés tienden a tener una probabilidad sorprendentemente mayor de desarrollar un ataque cardíaco después de estos eventos estresantes – explica Abohashem, en un comunicado -. Con este estudio, hemos identificado un nuevo factor que podría incorporarse al cribado para identificar a las personas que tienen mayor riesgo. Esto también podría ayudar a dar forma a las estrategias de prevención y ayudarnos a ver cómo podríamos intervenir".
Los resultados se basan en datos de 18.428 personas que proporcionaron información de salud y muestras de sangre al Biobanco del Hospital General de Massachussets Brigham. Todos los registros de los participantes incluían una puntuación de riesgo poligénico de neuroticismo (nPRS), una métrica bien establecida que refleja la predisposición genética de una persona al estrés.
El equipo de Abohashem analizó las puntuaciones de riesgo entre las personas que experimentaron eventos de SCA durante períodos de estrés sociopolítico (los días previos a Navidad, a elecciones presidenciales o las finales de campeonatos deportivos), las que experimentaron eventos de SCA durante períodos de control y las que no experimentaron ningún evento cardíaco.
Según los resultados, 1.890 participantes, un 10% aproximadamente, experimentó problemas cardíacos a lo largo de los 20 años que duró el estudio. Los voluntarios con mayor puntuación de estrés genético tenían un 34% más de probabilidades de experimentar SCA durante períodos estresantes que durante los períodos de control, incluso después de que los investigadores tuvieran en cuenta factores de riesgo cardiovascular tradicionales, como la edad, el sexo, el tabaquismo y la diabetes y comportamientos de salud como el consumo de alcohol.
También aumentaba las probabilidades de experimentar ansiedad y depresión. Los investigadores encontraron que tener ansiedad o depresión representaba casi una cuarta parte del vínculo entre la puntuación de estrés y el problema cardíaco. A eso hay que sumarle que aquellos con nPRS por encima de la mediana que también desarrollaron ansiedad o depresión tenían 3,2 veces más probabilidades de experimentar SCA después de eventos estresantes que durante los períodos de control.
"Ahora entendemos que hay ciertos factores que impulsan este aumento de ataques cardíacos en quienes tienen un mayor riesgo - concluye Abohashem -. Podríamos potencialmente dirigirnos a esas personas con exámenes de detección e intervenciones de doble beneficio, como ejercicio, yoga, atención plena u otros enfoques que se asocian con reducciones de la ansiedad y la depresión y también con una reducción del riesgo cardiovascular".