Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
TE SORPRENDERÁ
El depredador más grande de la historia, el que más vidas ha fulminado y sigue fulminando, no es el T-Rex, ni la orca, ni el tiburón blanco, somos los seres humanos.
En el planeta Tierra viven y han vivido depredadores terroríficos. Desde el Tyrannosaurus Rex, hasta la orca, capaz de despedazar tiburones y jugar al voleibol con las focas antes de matarlas. Sin embargo, todos esos animales no llegan ni a la suela de los zapatos del mayor depredador de todos los tiempos: el ser humano.
Un reciente estudio publicado por Nature lo confirmaba, y es que no hay ningún depredador con mayor capacidad de destrucción que los humanos. No se trata solo de las especies que comemos, sino también de las que utilizamos con otros fines.
Este estudio analiza el nicho de diferentes depredadores, incluyendo al ser humano. El nicho se define como el espacio de funcionamiento ecológico de una especie. Es decir, dónde vive, de qué se alimenta y, en general, todos los factores, relacionados o no con la vida, con los que se relaciona.
El ser humano llama la atención por la amplitud de su nicho. Es decir, se relaciona con otras muchas especies. Y esa relación, en muchos casos, no es simplemente para sobrevivir. Según este estudio, de todas las especies a las que los humanos afectan negativamente, solo la mitad se utilizan como comida.
El T-Rex, por ejemplo, atacaba a otros dinosaurios, ya fuese por defensa propia, por marcar su territorio o para alimentarse. Los ataques de las orcas también son para alimentarse. Pero en el caso de los humanos a veces es por capricho o por una supervivencia mal entendida.
Encontramos animales salvajes que se comercializan como mascota (lechuzas, peces payaso), animales que se venden por sus virtudes medicinales (sanguijuelas, rinocerontes). En definitiva, el ser humano destruye lo que toca y no mantiene el equilibrio con el ecosistema, algo que podría acabar pasando factura en un futuro.