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Durante el fin de semana pasado fueron muchos los que pudieron disfrutar de este espectáculo natural. ¿Se va a volver a repetir?
Durante el fin de semana pasado, fueron muchos los que pudieron cumplir su sueño de ver una aurora boreal. Y es que el cielo de diferentes puntos del mundo se tiñó de colores. En el caso de España, se pudieron ver desde puntos de Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana o Andalucía, entre otras regiones.
Como explicamos en su día, esto fue posible gracias a la explosión de una de las mayores tormentas solares que se recuerdan. Tal y como explicaba la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), estas auroras aparecieron por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra.
A diferencia de los fenómenos meteorológicos habituales, las auroras se forman mucho más arriba de la troposfera, normalmente a una altitud de entre 90 y 150 kilómetros de la superficie terrestre. Sin embargo, estas últimas llegaron por debajo de los 100 kilómetros, lo que permitió que las auroras pudiesen observarse en latitudes más bajas y abarcar muchos más países.
Lo cierto es que se trata de una pregunta difícil de contestar. Es verdad que la actividad solar sigue en todo lo alto. De hecho, recientemente se acaba de desprender otra llamarada solar. Eso implica la liberación de más partículas cargadas, que podrían interaccionar con los gases de la atmósfera, propiciando que se formen más auroras.
Sin embargo, eso no es lo único a tener en cuenta para ver auroras. Algo muy importante también es la zona del Sol en la que se producen esas tormentas. Por ejemplo, esta última llamarada de la que hablamos se ha originado en una zona que no tiene tanto impacto sobre nuestro planeta como la que dio lugar a las auroras de la semana pasada. Y es que, como mencionábamos, no solo se necesita que sea una erupción solar intensa, también debería apuntar hacia nosotros.
Por lo tanto, puede que sí que veamos más auroras boreales o puede que no. La actividad solar no es fácil de predecir. Lo único que se puede decir es que las auroras son más comunes al final del pico del ciclo solar que al principio. Y puesto que este aún no se ha alcanzado, todavía queda esperanza.
Habrá que estar pendientes del cielo, por si acaso.