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¿QUIÉN DIJO QUE EL JETPACK ERA UNA LOCURA?
Un concurso patrocinado por Boeing busca la construcción de un jetpack funcional, una de esas mochilas propulsoras sacadas de historias de la ciencia ficción más primitiva.
Si uno de los dos grandes fabricantes de aeronáutica del mundo está dispuesto a pagar dos millones de dólares por un invento, lo mínimo que invita a pensar es que ese invento no es una tontería.
Pues Boeing es el patrocinador del concurso ‘Go Ply Prize’, que repartirá premios por valor de dos millones de dólares a los mejores proyectos para construir un jetpack. Esta mochila propulsora, que ya se ha construido con suerte desigual anteriormente, tendrá que ser plenamente funcional. Así lo establecen las bases de la competición.
El concepto del jetpack se remonta a los primeros tiempos del género de la ciencia ficción. Tal vez la primera aparición de una mochila de este tipo llegara de la mano de Buck Rogers, un personaje de esas historias ligeras que se publicaban de forma compulsiva en los años 20, con el auge de las revistas Pulp en Estados Unidos.
Buck Rogers fue protagonista radiante, junto a una mochila que lo convertía en hombre volador, de la portada de Amazing Stories, publicación pionera de la ciencia ficción en los años 20. Estas historietas para el gran público, producidas casi industrialmente y consumidas en masa, eran las herederas de las aventuras folletinescas del siglo XIX. Y como tal alimentaron la imaginación de una gran cantidad de lectores.
El jetpack ya se había colado en el imaginario colectivo cuando en los años 60 por fin se materializó. Eso sí, en el espacio. Los astronautas empleaban un tipo de tecnología que les permitía autopropulsarse sin usar ningún vehículo, solo el aparato que llevaban a la espalda.
Los jetpack eran posibles, por tanto, aunque solo fuera en el espacio. Llevarlos a nuestra realidad, con la gravedad terrestre de por medio ya era otra cosa. A lo largo de años ha habido muchas pruebas, exhibiciones y convocatorias orientadas a demostrar un jetpack. Sin embargo, en todas las ocasiones hay fallas ostensibles en el funcionamiento y cuando no las hay, lo cierto es que el sistema no parece eficiente –consume una gran cantidad de combustible– ni práctico. Por si fuera poco, lo normal es que estas mochilas vayan acompañadas de un ruido ensordecedor que no resulta demasiado agradable para el oído del usuario.
Así que hasta ahora los jetpack se han visto más como una excentricidad que como una posibilidad real de transporte. Algo parecido a lo que ocurre con el hoverboard que Regreso al futuro nos metió a todos en la cabeza. Tomado de una novela de ciencia ficción del británico M.K. Joseph, este invento fascinó a las masas a través de la película de Robert Zemeckis y ahora saltan a la palestra mediática de vez en cuando proyectos que aseguran haber dado con un hoverboard similar al que montó el bueno de Marty McFly.
No parece que la intención de Boeing sea alimentar la nostalgia retrofuturista de Amazing Stories ni de Regreso al futuro. El patrocinio de la compañía busca “un dispositivo personal volador, fácil de usar”. Los organizadores de la competición han concretado la idea. Se trata de un sistema de despegue y aterrizaje vertical, que sea seguro, silencioso, ultracompacto y que pueda llevar a una sola persona al menos 20 millas (unos 32 kilómetros).
La intención de Boeing va más allá de la fabricación de este jetpack realmente. Se trata de incentivar la experimentación y atraer talento hacia la industria aeronáutica. Y este tipo de proyectos, con un punto lunático, tienen magnetismo entre los más jóvenes, que aún no se han autoimpuesto límites.
Los premios incluirán galardones de 20.000 dólares por proyectos escritos, presentados con especificaciones técnicas, 50.000 por prototipos y un millón para el ganador de una prueba de vuelo. Aquí está la página de inscripción.