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CUANDO NOKIA SE PONE A METER LA PATA...
En las últimas semanas hemos repasado dos de los mayores fracasos del sector de la telefonía, Microsoft Kin y HTC First. Nokia N-Gage también es un fracaso desde el punto de vista comercial, con unos 3 millones de unidades vendidas en toda su historia (aunque precisamente en España tuvo cierto éxito). A pesar de ello, hoy se reconoce este híbrido entre móvil y consola portátil como una adelantada a su tiempo que podría haber llegado más lejos de no haberlo hecho tan rematadamente mal.
La primera versión de N-Gage tenía un diseño revolucionario que dejaba claro cuál era su propósito. Su aspecto era, sin duda, el de una portátil con un teclado de teléfono tradicional en el lado derecho (las teclas 5 y 7 cumplían la función de A y B en el modo de juego) y un pad direccional en el izquierdo. Con él también se navegaba por los menús ya que, recordemos, el dispositivo se puso a la venta en octubre de 2003, cuando las pantallas táctiles todavía estaban lejos de ser lo común en la industria.
En teoría, la distribución era lógica; en la práctica, era un desastre. Para empezar, el teclado era de los más incómodos (y hablamos de una época en la que escribir 'cocos' requería 16 pulsaciones), pues únicamente se podía usar con una mano, a pesar de que el teléfono en sí se sostenía con dos. En España los mensajes de texto eran el negocio del siglo para los operadores y el timo del milenio para los usuarios, pero en otros mercados eran comunes los paquetes de miles de mensajes en los planes mensuales. Es decir, no había WhatsApp, pero casi.
Pero eso no es todo. Es más si el resto de características hubiese funcionado de forma correcta, habría sido un fallo menor. Hoy nos parece una locura, pero hace una década todavía se utilizaban los teléfonos principalmente para hablar y N-Gage tampoco es mucho más voluminosa que los colosos de 6 pulgadas que vemos hoy. Correcto. Pero Nokia encontró la forma de meter la pata en este aspecto. Y cuando Nokia se pone a meter la pata parece Chun Li.
La compañía alegaba que la grasa de la cara mancharía la pantalla al hablar si N-Gage se utilizase como un teléfono normal. Y tenían razón. Pero para evitar el engorroso proceso de limpiar la consola con la manga dio a luz una solución de la que todavía se ríe hoy internet: el sidetalking. Es decir, el micrófono y el altavoz estaban en el borde, por lo que había que hablar por el lateral.
Es evidente que como teléfono no servía. Lo lógico entonces habría sido que Nokia cuidase al máximo el lado de consola de su terminal, claro. Por supuesto, no lo hizo.
Para empezar, la pantalla era vertical. Es decir, genial para jugar a Snake, pero poco más. La industria del videojuego era, es y será de pantalla horizontal. Aun así, algunos de los títulos que llegaron no eran malos, pero los desarrolladores no hicieron mucho caso a la apuesta de los finlandeses y los que lo hicieron pronto abandonaron el barco. Nadie quería jugar con el rarito de la clase.
En su defensa hay que decir que el rarito no lo ponía fácil. Aparte de la pantalla, había decisiones incomprensibles. Por ejemplo, la localización de la ranura para insertar los cartuchos: justo debajo de la batería. Esto suponía que para cambiar de juego era necesario reiniciar el teléfono. Cada vez. Tampoco ayudaba que la tecnología elegida, las tarjetas MMC, fuese cara y de poca capacidad.
Nokia tomó nota de estos errores y lanzó una nueva versión que la semana que viene (el 14 de abril, en concreto) cumplirá 10 años. El diseño se mejoró y se corrigieron algunos fallos, pero era demasiado tarde. Lo de hacerlo muy mal y luego tirar de épica le sirvió al Madrid de Capello, pero no suele funcionar. N-Gage se convirtió en un servicio para teléfonos Symbian en 2005 y en octubre de 2009 la compañía anunció que su cierre definitivo tendría lugar en 2010. Dos meses después, en diciembre, Rovio lanzó Angry Birds, el juego móvil más exitoso de la historia y demostró que Nokia tenía razón: móviles y videojuegos pueden ir de la mano. Pero había que hacerlo bien.