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LA CIUDAD EMPRENDEDORA POR EXCELENCIA
Algo está cambiando cuando la mayor cuna del emprendimiento tecnológico se posiciona en contra de los robots.
Silicon Valley es el epicentro de todo buen emprendedor y cualquier gran empresa tecnológica. Cada año nacen allí miles de compañías que sueñan con ser el nuevo Google, el nuevo Apple, el nuevo Spotify... Startups que, en definitiva, buscan disrumpir e innovar en todo tipo de sectores para convertirse en el nuevo unicornio empresarial.
Y dentro de Silicon Valley, la ciudad por excelencia es San Francisco. Es ahí donde las grandes tecnológicas prueban gran parte de sus nuevos modelos de negocio y sus nuevas tecnologías, convirtiéndose en su base de operaciones y, por tanto, en la ciudad más abierta del mundo en cuanto a recibir proyectos innovadores.
En contra de los robots repartidores
Sin embargo, todas las ciudades encuentran sus límites, y San Francisco acaba de hacerlo. Su ayuntamiento, ante la proliferación de robots que entregan a domicilio repartos de todo tipo, ha decidido tomar cartas en el asunto y ponerse en contra de ofrecer este servicio de manera indiscriminada y casi universal.
Para empezar, el ayuntamiento de San Francisco ha optado por limitar el número de robots: cada empresa podrá tener solo tres en una zona concreta, y un máximo de nueve en toda la ciudad. Una normativa que da al traste con el sinfín de startups de 'delivery' que ya se están instalando en todas las inmediaciones del valle.
Acompañados de un humano
Además, los robots en cuestión no podrán moverse con total libertad. Por ley, solo podrán hacerlo por determinadas zonas industriales delimitadas por el consistorio. Y tampoco podrán circular por cualquier acera: tendrá que ser en aquellas de, como mínimo, dos metros de ancho. La intención parece evidente: no perjudicar la circulación de peatones.
Por otro lado, San Francisco ha impuesto otra norma especial: cada uno de estos robots repartidores deberá ir siempre acompañado de un humano, que tendrá que vigilar la actividad de su dispositivo y afrontar las consecuencias derivadas de su uso.
Un revés para las tecnológicas
Esta regla también supone un serio revés para muchas compañías tecnológicas. Y es que la mayoría pensaba ir más allá y dar vía libre para que sus robots actuasen de manera individual y totalmente autónoma, pero esta actividad tendrá que esperar. A día de hoy, permanecerá prohibida si no cuenta con la supervisión de un ser humano.
Lo cierto es que, merced a campañas como las de Amazon, todos habíamos empezado ya a soñar con que fuera un robot autónomo y en solitario el que 'tocase nuestro timbre' para recibir nuestros pedidos. Pero ese futuro, por ahora, tendrá que esperar su turno.