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EN DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LOS ROBOTS

¿Sueñan los robots con tener la misma libertad de expresión que los humanos?

Ante la emergencia de las tecnologías de bots conversacionales ha emergido un nuevo debate. ¿Deberíamos dejar expresarse a los robots libremente? El debate ya se ha conformado con dos posturas antagónicas.

Escena de Blade RunnerWarner

La película Blade Runner sobrepasó con creces al libro en el que se inspira. En otras creaciones cinematográficas basadas en obras literarias casi siempre está primero esta última. Pero no ocurre lo mismo con el film de Ridley Scott, cuyo magnetismo ha cautivado hasta a los fans más puristas de Philip K. Dick. El autor, quien llegó a escribir que todo su trabajo se justificaba por la película, supo resumir de forma brillante, sin embargo, el tema central de la historia. Lo hizo con el título que puso a su libro: ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’

Este título feo, difícil, aprisionado entre signos de interrogación e incomprensible hasta que no se lleva la mitad del libro leído, siembra de manera sutil una de las grandes dudas en el desarrollo de la inteligencia artificial. La anodina pregunta traspasa las fronteras de su historia, de la ciencia ficción y llega hasta nuestros días, ahora que los robots están aprendiendo a hablar.

No solo a hablar sino a conversar también, como se pudo ver en la Google I/O. En una demostración pública quedó claro que el servicio Google Duplex puede mantener una conversación con otras personas, sin que aparentemente estas se den cuenta de que hablan con una máquina. Surgen así una serie de inquietudes. La primera es si el bot debería revelar su identidad artificial antes de iniciar una conversación, como así ha asegurado Google que hará.

Pero hay quienes piensan que esto coartará la libertad de expresión de los bots. La Electronic Frontier Foundation (EFF), una organización estadounidense conocida por su lucha a favor de los derechos digitales de los usuarios, se ha posicionado en contra de un proyecto de ley en California que pretende imponer restricciones al uso de bots.

Robot | Alex Knight

La EFF argumenta que muchos bots son sencillamente una válvula de escape de sus creadores, en definitiva una forma de expresión. Y, si se les obliga a identificarse como inteligencias artificiales, esto podría influir a los creadores y coartarles. Así que indirectamente se estaría limitando la libertad de expresión de personas.

Las razonas de la EFF adquieren mayor peso si se tiene en cuenta que los bots ya se han empezado a usar en campos como la poesía o los discursos políticos. Son actividades en las que la libertad de expresión es importante y donde la autoridad del emisor del mensaje es importante. ¿Quién iba a tomarse en serio las ideas políticas de una máquina o los versos de un robot?

Pero por encima de esto hay otra cuestión. La EFF opina que la libertad de expresión de los robots está protegida por la Constitución de Estados unidos. La Primera Enmienda, que garantiza este derecho, no especifica que sea un derecho exclusivo de los humanos. A este vacío legal se pueden abrazar los afectos a la anarquía digital y los creyentes en que la desregulación se regulará sola.

Mientras tanto, la duda seguirá latiendo, cada vez de forma más acelerada y compleja. ¿Deberían obtener los robots los mismos derechos que tienen las personas en la medida en que adquieran sus mismas facultades?

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