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YA HAY INVERSORES EN FIRME
Se habla mucho de los coches autónomos (que si Google, que si Tesla, que si Uber, que si el departamento secreto que Apple podría o no tener...), pero mucho menos ruido están haciendo los proyectos, ya en marcha, que pretenden reemplazar los trenes y autobuses por vagones sin conductor.
Se dice que Google ha guardado en un cajón su llamativo plan para crear coches sin conductor desde cero. Aunque llevaban tiempo rodando por los alrededores de la sede del gigante en Mountain View, parece que el negocio estaba en otra parte: en las flotas de vehículos autónomos que atienden la llamada del cliente desde una app, como las populares Uber o Lyft. ¿Será a eso a lo que se dedique el gigante de las búsquedas de ahora en adelante?
Parecería lógico. Según los expertos, el primer acercamiento al vehículo sin conductor para la mayoría de los usuarios no será a bordo de su propio robot sobre ruedas, sino a través de un servicio de ‘ridesharing’ como los citados. Más una alternativa al transporte público o al taxi que una verdadera opción de desprenderse del coche.
En esa línea, un formato que resulta creíble es el de los vagones eléctricos sin piloto, similares a los que ya circulan, tras cinco años de pruebas en el aeropuerto de Heathrow, por las calles de Londres.
Sin embargo, la propuesta más ambiciosa y futurista es la del italiano Tommaso Gecchelin, que estaba trabajando en un proyecto de autobuses del mañana cuando concibió su proyecto Next. Mientras que los vehículos autónomos de los gigantes de la tecnología y la automoción son poco más que coches convencionales conducidos por una inteligencia artificial, su idea del transporte del futuro es totalmente rupturista.
Imagina una caja de paredes rectangulares y lisas, tan larga y ancha como un Smart, pero el doble de alta. Suficiente para ir ponerse de pie y andar unos pocos pasos. Ahora piensa que una de estas cabinas acude puntual cada mañana a la puerta de tu casa, para recogerte y llevarte al trabajo. Varios vecinos van montados en el mismo vagón. Cuando sale a la autovía, tu módulo se acopla con otros para conformar una especie de autobús o tren sobre ruedas. Estos ‘pods’, que así los llama Gecchelin, serían autónomos, eléctricos y modulares.
“El futuro del transporte es la vida en movimiento”, afirma el italiano. Es como los iPhone con la App Store o los Android con Google Play. Su objetivo es proporcionar el ‘hardware’ (en este caso, las cabinas autoconducidas) para que otras empresas se encarguen de desarrollar negocios basados en su plataforma. Por ejemplo, un vagón de Starbucks que recorre las carreteras de circunvalación adhiriéndose a los convoyes de Next para vender cafés a los pasajeros de los distintos vagones.
¿Más ideas? Imagina que llegas al aeropuerto y vas con prisa. Te subes a un ‘pod’ de Next y recurres a un servicio de terceros que se encarga de recoger tu equipaje, meterlo en otro módulo y mandarlo a tu encuentro. En algún punto del trayecto, los módulos se acoplan. Tus maletas y tú volvéis a encontraros sin haber perdido tiempo ante las cintas.
Los automóviles futuristas de Gecchelin se alejan de todas las ideas preconcebidas que tenemos sobre el coche. Pueden ser repartidores para Amazon, parte de la flota de Uber, oficinas sobre ruedas, salones motorizados, vagones de un tren de larga distancia especialmente bien equipado (con dormitorios, baños, restaurantes…) o cualquier otra cosa que las empresas que trabajen con su ‘hardware’ sean capaces de imaginar.
Lo tiene planeado hasta el más mínimo detalle. Las paredes serán, simplificando, cuatro cristaleras: cuando los coches se acoplen, los ventanales frontal y trasero se podrán abrir como puertas automáticas para pasar de un vagón a otro. Se espera que en cada cabina quepan seis personas sentadas y otras cuatro de pie.
Como han de ser el escenario de “la vida en movimiento”, Gecchelin las ha diseñado con ruedas muy pequeñas y un sistema de suspensión que suprime la sensación de traqueteo típica de un coche.
También ha pensado en los inconvenientes que podrían surgir y ha divisado algunas soluciones. Como la batería es un problema de los coches eléctricos (y más si tienen que llevar a bordo a diez personas), ha ideado un sistema para que los ‘pods’ siempre tengan energía y no tengan que detenerse a recargar: vagones específicamente destinados a portar baterías de repuesto se acoplarán a los demás cuando sea necesario para reemplazar la fuente de alimentación. Además, cuando varios módulos equivalentes se junten, los pasajeros serán redistribuidos de forma estratégica para maximizar la eficiencia y, sobre todo, reducir el consumo energético.
El plan es tan ambicioso y futurista que suena simplemente genial. Sin embargo, la tecnología del coche sin piloto está en pañales. Si ni siquiera el Autopilot de Tesla, que no es un sistema completamente autónomo, está libre de fallos, así que ¿cuán lejos está el sueño de Gecchelin de hacerse realidad? Porque si un solo coche autónomo tiene problemas para identificar los obstáculos y circular de forma segura, ¿cómo piensa coordinar todo ese puzzle de módulos que se quitan y se ponen en mitad de una autovía?
Lo cierto es que resultará complicado y, de momento, sólo son un teletipo. Funcionan sobre el papel, pero no se espera que echen a rodar hasta 2020, así que aún hay margen. De momento, Next Future Transportation, la empresa del italiano, ha firmado un acuerdo con el archienemigo de Uber en Oriente Medio, Careem, para fabricar su flota de cabinas eléctricas y modulares autoconducidas. El dinero para hacer su sueño realidad está sobre la mesa.