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GENERACIÓN FIREWALL
Mientras las vidas de los miembros de la Generación Z en Occidente tienen cada vez más un correlato virtual en plataformas como Instagram, Snapchat, WhatsApp o Facebook, muchos de sus coetáneos al otro lado de la Gran Muralla digital china, el llamado Gran Firewall, ni están familiarizados con estas aplicaciones ni tienen interés alguno en conocerlas.
El aparato de censura chino bloquea a sus ciudadanos el acceso a numerosas webs extranjeras, sobre todo medios de comunicación y herramientas como chats y redes sociales que pudieran ser un altavoz de ideas y mensajes contrarias al régimen comunista. Google, YouTube, Facebook, Twitter, Instagram, Tumblr… La lista de sitios que los internautas chinos no pueden visitar es larga. En su lugar, gigantes patrios de la tecnología como Baidu y Tencent proporcionan alternativas autocensuradas y con rigurosos filtros que evitan la publicación de contenido sancionado por las autoridades.
Aunque existen formas de saltarse el bloqueo y hay cierto reducto activista de usuarios chinos que combaten la censura, lo cierto es que buena parte de los jóvenes de la potencia asiático no solo está conforme con la situación, y tiene poco o ningún interés en acceder a esas páginas, sino que se siente protegido por el Gran Firewall. En herramientas como WeChat (el servicio de mensajería instantánea de Tencent) o Baidu (el Google chino) tienen todo lo que necesitan.
Este desinterés por los servicios extranjeros censurados se ha visto claramente reflejado en un reciente estudio de las universidades de Stanford y Pekín. Los investigadores proporcionaron de forma gratuita a un grupo de universitarios chinos todo lo necesario para saltarse la censura, con el objetivo de comprobar qué tipo de páginas visitaban y qué efectos tenían sobre su pensamiento.
Para su sorpresa, casi la mitad de los estudiantes ni siquiera llegaron a utilizar las herramientas. De los que lo hicieron, casi ninguno dedicó su tiempo a navegar en busca de noticias o información bloqueada en su país. La demanda de contenido sensible por parte de estos jóvenes resultaba ser muy baja o inexistente. Además, incluso si adquirían esa información, sus creencias y actitudes no cambiaban o variaban muy poco.
“La censura en China no solo es efectiva porque el régimen dificulta el acceso a la información sensible”, concluyen los investigadores, “sino también porque fomenta un ambiente en el que los ciudadanos ni siquiera demandan esa información”.
El profesor Qiang Wu, de la Universidad Tsinghua de Pekín, relaciona este desinterés por parte de la Generación Z (también conocida en China como la Generación Firewall) con la cronología de la implantación de la censura. A su juicio, el régimen reforzó su control sobre internet y los medios de comunicación justo cuando dicha generación llegaba al instituto, un periodo “crucial para su desarrollo”.
Maya Wang, investigador de Human Rights Watch China, coincide. En su opinión, para estos jóvenes la autocensura es “tan natural como respirar”, incluso si han viajado y conocido mundo, pues la tienen ya muy arraigada. “Algunos han recibido el apoyo de sus familias para salir a estudiar al extranjero, y aún así han seguido siendo muy nacionalistas”.
“En cierto sentido son como una nueva generación de los Guardias Rojos”, sentencia Wu, en referencia al masivo movimiento estudiantil que respaldó a Mao Zedong durante la Revolución Cultural de los 60. A su parecer, la visión y los planes del presidente Xi Jinping para China tienen en estos jóvenes a su mejor aliado.
Recientemente, Xi se pronunció sobre el tema a través de un mensaje que se leyó en la World Internet Conference. El presidente chino exigió a la industria tecnológica que “respete la soberanía en el ciberespacio”, y animó al resto de países a fortalecer su gobernanza de internet, aunque también aseguró que “las puertas de China van a estar cada vez más y más abiertas”.
Sin embargo, en los últimos años, mientras gigantes chinos como Huawei, Alibaba o la propia Tencent se iban abriendo paso en Occidente, el acceso de las tecnológicas occidentales al mercado de la potencia asiática ha seguido estando supeditado al cumplimiento de sus restrictivas leyes y la aplicación de la censura.