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TE CRECE LA NARIZ, COMO A PINOCHO
Desarrollado por un grupo de investigadores italianos, este software es capaz de detectar los falsos detalles personales que se introducen en un formulario online analizando los movimientos del ratón.
En el ya lejano año 2011, un equipo de un pequeño barrio de no más de 3.500 habitantes, el Chievo Verona, ascendía a la división de honor de la liga de fútbol italiana, lograba auparse al liderato en siete jornadas y acababa clasificándose para la UEFA (ahora Europa League). Entre los artífices de tal milagro se contaba Eriberto da Conceiçao Silva, un jugador de 23 años nacido en Río de Janeiro.
O eso es lo que habría puesto si le hubieran pedido sus datos personales en algún formulario de internet. Habría rellenado los campos sin dudar, a pesar de que su verdadera identidad, como reveló al año siguiente cuando se cansó de vivir una mentira, era Luciano Siqueira de Oliveira, un suplantador que se había quitado cuatro años y cambiado de nombre para huir de la pobreza.
En aquellos tiempos, la estafa pasaba desapercibida incluso en las tres uves dobles. Hoy no lo tendría tan fácil. Un grupo de investigadores de la Universidad de Padua, también en Italia, han hallado la forma de pillar a los que emplean una identidad que no es la suya para contestar a las preguntas de -por ejemplo- un formulario de registro en internet. Su sistema analiza los movimientos de ratón del mentiroso para detectar las dudas y vacilaciones que irremediablemente se producen cuando suplanta a otra persona o introduce datos falsos.
Para poner a prueba la eficacia de su método, los autores han sometido a un cuestionario a cuarenta personas, la mitad contestando a las preguntas con sus propios datos personales y el resto utilizando los detalles de una identidad falsa que habían memorizado previamente.
La dificultad de las cuestiones del interrogatorio, doce en total, se iba incrementando. De las más fáciles de recordar, como el lugar de residencia o la nacionalidad, a las más complejas para el suplantador, como el signo del zodiaco, que sin embargo seguían siendo de respuesta automática para los que empleaban su información auténtica.
“La incertidumbre a la hora de contestar a preguntas inesperadas puede conducir a errores”, afirman los padres del invento. “Se ha confirmado que las preguntas inesperadas podrían utilizarse para destapar engaños”.
Así, el algoritmo de seguimiento del ratón que han desarrollado estos investigadores es capaz de discernir las contestaciones falsas de las verdaderas en el 95% de los casos, al menos tras haber sido entrenado con técnicas de aprendizaje automático (‘machine learning’) a base de analizar muchos ejemplos.
Una herramienta como esta podría ser de gran ayuda en la lucha contra la suplantación en internet. A menudo, tras una filtración masiva, los datos personales robados de miles o millones de usuarios terminan en los rincones más oscuros de la Red, vendiéndose al mejor postor. Los cibercriminales utilizan esa información para acceder a cuentas de las víctimas en busca de algún tipo de beneficio u otros detalles más jugosos.
Por ejemplo, en 2015, tras producirse una masiva sustracción de datos del fisco estadounidense, los maleantes pudieron responder correctamente a preguntas como “¿En cuáles de las siguientes calles ha vivido?” o “¿Cuánto paga de mensualidad por su hipoteca?” gracias al material del que disponían, accediendo a documentos más sensibles de los ciudadanos como sus declaraciones de impuestos.
Con una medida de seguridad como la desarrollada por los investigadores italianos, la web de la agencia federal que recauda los tributos en Estados Unidos, el Servicio de Impuestos Internos (IRS por sus siglas en inglés), habría podido detectar la enorme mayoría de las tentativas de suplantación evitando males mayores.
Una herramienta como esta también podría utilizarse para identificar a las personas que rellenan los formularios de registro en las webs con datos falsos, reduciendo el impacto del anonimato en ciertos servicios.
Porque sí, inventarse nombre, apellidos y otros detalles personales a la hora de darse de alta en una nueva red social, por ejemplo, es algo que numerosos usuarios habrán hecho alguna vez con la esperanza de conservar su privacidad. Sin embargo, esta práctica común y aparentemente inofensiva puede dar problemas a los propietarios de las páginas o a las autoridades, que pueden requerir la identidad real para perseguir algún delito (por ejemplo, de ciberacoso).
Ahora los movimientos de ratón delatan al farsante. Cuando se inventa o suplanta a otra persona, hay señales que los algoritmos ven como si le estuviera creciendo la nariz, igual que a Pinocho. Si no quiere que le pillen, tendrá que ser un niño bueno.