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LA COMPARA CON EL COYOTE EN UN PRECIPICIO
Tras la increíble escalada de Bitcoin que lo ha llevado por encima de los 20.000 dólares -y su posterior derrumbe-, no sólo la Unión Europea o la FED han salido al paso para advertir sobre sus riesgos. El prestigioso economista Paul Krugman, conocido detractor de las criptomonedas, ha explicado por qué a su juicio es una burbuja incluso más evidente que la inmobiliaria.
Paul Krugman, el que fuera en su momento azote de la política económica de George W. Bush y ahora uno de los muchos detractores de Donald Trump (tras su elección dijo que era la primera vez que en los Estados Unidos se proclamaba presidente alguien "obviamente enfermo mental"), ha alertado sobre los peligros de Bitcoin en una entrevista reciente.
Y no es cualquiera quien lo hace: Krugman, además de por lo anterior, es conocido por haber sido galardonado en 2008 con el premio Nobel de Economía por su vuelta de tuerca al análisis de la globalización, además de por ser profesor de Princeton y columnista de 'The New York Times'.
El prestigioso académico observa con preocupación cómo el valor de la criptomoneda por excelencia bate récord tras récord. Cuando su más reciente escalada hizo cumbre, el fin de semana del 15 de diciembre, un bitcóin se cambiaba por más de 20.000 euros; inmediatamente después, un ataque informático sobre la plataforma Youbit hizo que se registrasen fuertes caídas, mostrando una vez más su volatilidad y proporcionando a la Unión Europea la excusa perfecta para volver a pronunciarse en contra.
“Hay claros riesgos para inversores y consumidores asociados a la volatilidad de precios, incluido el riesgo de una pérdida de la inversión completa”, advertía uno de los vicepresidentes de la Comisión Europea, el exprimer ministro letón Valdis Dombrovskis, a cargo del euro y la estabilidad financiera.
También Randal Quarles, gobernador de la Reserva Federal de EEUU (FED por sus siglas en inglés), ha aprovechado la coyuntura para alertar sobre los “graves problemas” que podría suponer el auge de Bitcoin al carecer de un “respaldo institucional”. Según la FED, “aunque estas monedas digitales pueden no suponer grandes preocupaciones a los niveles actuales de uso, pueden originarse problemas de estabilidad financiera más graves si alcanzan un uso a gran escala".
Lo cierto es que Bitcoin es una montaña rusa. Su carácter descentralizado, al depender de un algoritmo matemático y de la propia comunidad y no de autoridades reguladoras o bancos centrales, es al mismo tiempo su mayor virtud y el motivo de preocupación de economistas y Gobiernos.
El prestigioso Krugman lleva muchos años siendo uno de los más firmes detractores de Bitcoin. “Su valor no tiene anclaje. No es como los trozos de papel con presidentes muertos, esos están anclados por el hecho de que los puedes utilizar para pagar impuestos”. A su juicio, se trata de una burbuja “incluso más obvia” que la inmobiliaria. “Y aquella era, en mi opinión, tremendamente obvia”.
“Tiene esa mística alrededor”, considera, “porque es algo sofisticado y tecnológico que nadie termina de entender”. Achaca a la ignorancia y a dejarse seducir por lo innovador el éxito de una divisa virtual que, a su juicio, no tiene fundamento. “Mi peluquero me ha preguntado por Bitcoin. La sensación de que la gente está atrapada en algo que en realidad no entiende es abrumadora”, afirma el premio Nobel.
Sin embargo, el economista no cree que la burbuja esté a punto de explotar, pues precisamente ahí reside, a su juicio, la mayor diferencia entre el Bitcoin y el ladrillo. “Si los precios de la vivienda son poco realistas, entonces se construyen más casas y tú puedes verlas”, algo que, explica, no sucede con la criptomoneda.
Para ilustrarlo, Krugman recurre a un ejemplo de lo más llano. Afirma que le ocurre al Bitcoin lo que al Coyote cuando persigue al Correcaminos. “La física de los dibujos animados, ya sabes. Llega al borde de un barranco y sigue corriendo hasta que mira abajo y se da cuenta de que no hay nada”. El Coyote, por supuesto, es todo aquel que ha apostado por Bitcoin. “Estamos esperando a que algo así suceda. Y podemos seguir así durante mucho tiempo”.
Las burbujas, como la inmobiliaria o la de la moneda virtual, son “esquemas de Ponzi naturales”. Estafas piramidales, así las ve el premio Nobel. “Mientras la cosa sigue adelante, todos los que compraron siguen ganando dinero y todo parece ir bien, pero el hecho es que al final alguien se quedará con la bolsa en la mano. Todos asumen que no va a ser ellos”.
Un estudio de varias universidades irlandesas parece darle la razón. Los autores dicen haber hallado evidencias de que el precio de Bitcoin ha sido inflado artificialmente por la inversión especulativa (lo que viene siendo, básicamente, una burbuja), lo cual les lleva a asegurar que podría tener un efecto de arrastre y presentar una amenaza para la estabilidad financiera de los mercados tradicionales.
La razón de que Bitcoin preocupe a largo plazo es algo que Krugman ha abordado en otras ocasiones. A finales de 2013, en un artículo para 'The New York Times' titulado ‘Bitcoin is Evil’ (algo así como ‘Bitcoin es el mal’), el economista hacía referencia a dos de las funciones principales del dinero, ambas clave para que una moneda tenga éxito: ser un buen medio de cambio (que permita pagar por bienes y servicios) y una reserva de valor estable.
Lo primero, aunque el premio Nobel aún tiene sus dudas, parece que la criptomoneda lo cumple, o al menos es a lo que más se aferran sus partidarios. “Cuando intento que me expliquen por qué Bitcoin es una reserva de valor fiable, ellos siempre vuelven a la explicación de por qué es un magnífico medio de cambio. Incluso si comprase ese argumento (que no lo hago del todo), no resuelve mi problema”, criticaba en su columna. Si el oro puede convertirse en joyas y el dólar tiene detrás a la Reserva Federal siempre podría recomprarlo, pero ¿qué es lo que tiene Bitcoin? En opinión del economista, nada.
De hecho, son muchas las maneras en que puede explotar esa burbuja, tantas como posibles causas de la muerte de Bitcoin. Fallos tecnológicos, ciberataques, un 'crash' irrecuperable provocado por la especulación, un valor que nunca llegue a estabilizarse, deflación, restricciones o prohibiciones por parte de Gobiernos, que una nueva criptomoneda surja y lo deje obsoleto o, sencillamente, que los usuarios decidan abandonarlo en masa por alguna razón.
O también podría ser que Krugman se equivoque y el Bitcoin sea la primera moneda en demostrar que el dinero no tiene por qué funcionar como reserva estable de valor. Igual en los tiempos que corren, internet y las nuevas tecnologías hacen posible que los precios de los bienes y servicios fluctúen tan deprisa y en tiempo real como el valor de la propia criptomoneda, sin que eso sea algo negativo.
Tal vez baste con tener un buen medio de pago, uno que la gente crea que va a seguir sirviendo para adquirir y contratar productos. Quizá no haga falta ese respaldo institucional que economistas y Gobiernos tanto echan en falta. Y a lo mejor, en unos años, es el desconocido Satoshi Nakamoto el que se lleva el premio Nobel de Economía. Las revoluciones, como las burbujas, no todos las ven venir. ¿Cuál de las dos será Bitcoin?