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REVELACIONES DE WIKILEAKS VAULT 7
Televisores inteligentes, teléfonos móviles -iPhone o Android- e incluso mensajes de aplicaciones como WhatsApp, Line o Telegram, podrían haber sido hackeados por las herramientas de espionaje de la CIA, según ha publicado WikiLeaks en la última revelación que ha dado a conocer.
En los documentos filtrados por la organización WikiLeaks que dirige Julian Assange –recluido en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012 – se recoge el mecanismo que utilizaba la agencia de espionaje estadounidense -la CIA- para controlar todo tipo de dispositivos electrónicos.
“El Grupo de Ingeniería de Desarrollo (GED en inglés) es el responsable, dentro de la CIA, del desarrollo, prueba y soporte operacional de todas las puertas traseras, exploits, cargas maliciosas, virus, troyanos y cualquier otro tipo de malware utilizado por la CIA en sus operaciones encubiertas en todo el mundo”, reza el comunicado de WikiLeaks.
ESPIABAN LAS SMART TV
Este grupo habría creado, entre otras herramientas, un software malicioso capaz de convertir las televisiones inteligentes Samsung Smart TV en auténticos micrófonos destinados al espionaje.
Mediante la instalación remota de un virus en el dispositivo, cuando el usuario cree que apaga la televisión, lo que está haciendo realmente es colocarla en un modo “fake-off”, es decir, un falso apagado. En ese momento, los micrófonos se activan y las conversaciones se guardan y se envían a un servidor encubierto de la CIA.
ACCESO A MÓVILES Y APPS DE MENSAJERÍA
Otro ejemplo claro ocurre con los teléfonos móviles. Tanto en iPhone (14,5% del mercado) como en Android (85%), una unidad especializada de la CIA era capaz de producir software malicioso para infectar estos dispositivos y recoger datos tan sensibles como la geolocalización, el audio, el texto que escribe y recibe el usuario, o la activación de forma remota tanto del micrófono como de las cámaras de fotos del dispositivo.
Este espionaje remoto de los dispositivos móviles hacía que la CIA, por ejemplo, pudiera saltarse los cifrados extremos de aplicaciones de mensajería como WhatsApp, Telegram, Weibo o Confide, puesto que no tenía que acceder a sus servidores si no, solamente, “leer” lo que el usuario estaba recibiendo y escribiendo.