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NO HAY UN MAGO TRAS LA CORTINA

Así nos engañan las tecnológicas ocultando humanos donde dicen que hay robots

¿Una 'app' escanea automáticamente tus recibos? Puede que en realidad lo haga un humano. ¿Convierten tus mensajes de voz a texto? Quizá haya gente transcribiendo a destajo. ¿Se supone que apunta tus citas en la agenda? Es probable que en realidad el secretario no sea tan robótico como parece.

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Cuando por fin Dorothy consigue derrotar a la malvada bruja y arrebatarle la escoba voladora que el poderoso mago de Oz había exigido como pago para devolverla a Kansas, Totó tira de la cortina y desvela la desoladora verdad: el hechicero no es más que un hombre corriente y moliente que se sirve de artificios para simular que obra hazañas.

Igual que en la película, el telón ha caído en Silicon Valley. En las últimas semanas hemos ido descubriendo cómo las empresas tecnológicas se sirven de un engaño semejante para hacer creer a los usuarios, y sobre todo a sus inversores, que la inteligencia artificial que están desarrollando es capaz de hacer proezas cuando en realidad son un puñado de humanos trabajando a destajo los que sacan la faena adelante.

No es de extrañar que las ‘startups’ estén recurriendo a esta artimaña. Las dos palabras mágicas para conseguir dinero en los tiempos que corren son “inteligencia artificial”. Si un algoritmo se encarga de aplicar los filtros de tu editor de fotos, de organizar los gastos de tu ‘app’ de planificación financiera o de responder las dudas de los usuarios de tu ‘chatbot’ o asistente virtual, las rondas de financiación son pan comido.

Lo que no resulta tan sencillo es desarrollar la tecnología necesaria para hacerlo realidad, ni mucho menos obtener la ingente cantidad de datos de entrenamiento que suele requerir un algoritmo de ‘machine learning’ para aprender a realizar una tarea. Por eso los primeros encargados de hacer que el trabajo salga adelante son humanos, aunque eso no se advierte. Si la cosa funciona, con el tiempo habrá un robot de verdad. Mientras tanto, que el mago de Oz obre el milagro.

La polémica se desató tras conocerse que Google está dejando que empleados de carne y hueso de terceras empresas (algunas de las que desarrollan ‘apps’ para su plataforma) lean los correos electrónicos que mandas y recibes con Gmail, ya sea para brindarte un servicio, mejorarlo o, simplemente, conocerte mejor y ganar dinero con el ‘marketing’.

Los trabajadores de algunas de esas compañías, como Edison Software o eDataSource, han estado leyendo los emails de cientos de usuarios para implementar o mejorar alguna funcionalidad, como forma de afinar su ‘software’ en base a lo que iban aprendiendo. Otras, como Return Path, se han dedicado a revisar las bandejas de entrada de la gente (a veces de forma masiva, llegando a leer hasta 8.000 correos en un mes) en busca de datos que vender a los anunciantes. Y no son las únicas, pues lo de usar humanos para desempeñar la labor de los robots se ha convertido en una práctica común entre las tecnológicas.

Ni siquiera es algo reciente, aunque es ahora cuando estamos viendo hasta qué punto se ha extendido esta práctica. Spinvox, una empresa que decía convertir tus mensajes de voz en textos de manera automática, fue acusada hace unos años de emplear a humanos en ‘call centers’ para realizar esa tarea. En 2016, algunos trabajadores que pasaban hasta 12 horas al día fingiendo ser secretarios robóticos que gestionaban la agenda de los usuarios llegaron a afirmar que ojalá las máquinas les quitasen de una vez el trabajo porque resultaba insoportable.

El año pasado, Expensify admitió que estaba tirando de humanos para transcribir los recibos que supuestamente la ‘app’ escaneaba y registraba de manera automática. En realidad, los tickets de los usuarios se estaban colgando en Amazon Mechanical Turk, un polémico servicio de subcontratación de tareas, para que un ejército de trabajadores mal pagados se dedicasen a revisar uno por uno.

Y no deja de ser curioso que los ‘turkers’, esas personas que aceptan encargos a cambio de ínfimas sumas de dinero, sean los protagonistas de este engaño en el que los humanos hacen a escondidas la labor de los robots. De hecho, el primer y más sonado timo de esta índole es precisamente el que da nombre a la plataforma de Amazon: Mechanical Turk (conocido en español como el Turco’).

El Turco | Wikipedia

A finales del S.XVIII, el genio Wolfgang von Kempelen inventó un impresionante autómata capaz de ganar al ajedrez incluso contra los mejores. Se dedicó a viajar con él por medio mundo retando a la nobleza, batiendo a personajes tan ilustres como Napoleón o Benjamin Franklin. Sin embargo, todo era un engaño: en el interior de ese turco mecánico con turbante no había un prodigio de la ingeniería, sino un auténtico maestro del ajedrez agazapado. Jamás se supo. De hecho, intentos posteriores de reproducir aquel autómata (como el Ajedrecista del español Leonardo Torres Quevedo) no llegaron a cosechar el mismo éxito.

Ahora, siglos después y con la inteligencia artificial a un nivel más que suficiente para ganar al ajedrez a los humanos (o incluso al go), el viejo truco se sigue utilizando en las ‘startups’ para conseguir financiación y usuarios mucho más deprisa. Ya pensarán después en cómo hacerlo de verdad con algoritmos. De primeras, basta con que nos creamos que hay un mago auténtico detrás de la cortina.

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