¿CUÁL ES LA TUYA?

Así puede tu mascota definir e influir en tu personalidad

Nuestros perros y gatos pueden ser muy reveladores acerca de la forma de ser y el carácter de sus dueños, determinando la preferencia por uno u otro en cada uno de ellos.

Siempre se ha dicho que las mascotas se parecen a sus dueños, pero un estudio reciente sugiere que la relación entre nuestra personalidad y la elección de nuestras mascotas podría ser más compleja. Investigadoras de la Universidad James Cook, en Australia, han explorado esta dinámica y plantean una interesante pregunta: ¿Nuestras mascotas moldean nuestra personalidad o las elegimos según nuestra forma de ser?

Un reciente estudio ha comprobado las diferencias que existen en la personalidad entre los dueños de perros y de gatos cuando se encuentran en situaciones que les generan estrés o un aislamiento severo del entorno que les rodea. Estos tienen efectos sobre los rasgos que determinan la forma de ser de un individuo: extroversión, amabilidad, apertura, responsabilidad y neuroticismo.

Los resultados del estudio revelaron que las personas que prefieren tener perros como mascotas tienden a ser más extrovertidas y agradables, lo que sugiere que buscan animales que complementen su estilo de vida social y activo. Por otro lado, aquellos que eligen gatos suelen puntuar más alto en rasgos de introversión y apertura a la experiencia, lo que indica una inclinación hacia actividades más solitarias y creativas.

Perro y gato | iStock

Es por ello que si nos consideramos una persona algo nerviosa o si solemos estar sometidos a cierto grado de estrés en nuestra rutina, un gato puede ser la opción más adecuada para nosotros. Estos suelen ser más autosuficientes e independientes de lo que son los perros, que pueden brindar un desafío mayor a la hora de cuidarlos y de dedicarles el trato que requieren.

Lo interesante del estudio es que no solo establece que la elección de una mascota refleja la personalidad del dueño, sino que también propone que la interacción diaria con el animal puede reforzar o incluso modificar ciertos aspectos de la personalidad del individuo. Este hallazgo abre la puerta a futuras investigaciones sobre cómo nuestras mascotas influyen en nosotros de maneras más profundas de lo que podríamos haber imaginado.