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PARA EN EL ARCÉN, ROBOT, QUE ME MAREO

De asientos vibratorios a corrientes de aire: el plan de Uber para que no te marees en los coches autónomos

Un desajuste entre lo que perciben tus ojos y lo que tu sentido del equilibrio dice a tu cerebro es la causa de que te marees en los coches. Así pues, cuando estos se conduzcan solos y puedas ir leyendo o jugando a la consola, que te entren náuseas será mucho más probable. Por suerte, empresas como Uber ya están buscando maneras de solucionar este problema.

Coche autónomo Uber

Es la gran promesa del coche sin conductor: cuando los vehículos se muevan sin humanos al volante, algo que podría estar más cerca de lo que parece a juzgar por los avances de la industria, los pasajeros tendremos tiempo de sobra para hacer de todo durante el trayecto: leer una novela, trabajar, cotillear el Instagram de los amigos, echar una partida a nuestro juego favorito, ver una película...

Sin embargo, hay una dificultad que todavía hace impensable este escenario: cuando vamos en coche, si tratamos de hacer cualquiera de esas cosas, nos mareamos. ¿Quién no ha viajado alguna vez en un automóvil y ha tenido que parar porque alguno de sus ocupantes (quizá él mismo) amenazaba con soltar el desayuno?

Es lo que los angloparlantes llaman 'motion sickness' y lo que en español se conoce con el nombre técnico de cinetosis. La desconexión entre lo que ven tus ojos y lo que percibe tu sistema vestibular (el que controla el equilibrio, situado en el oído interno) es lo que produce está desagradable sensación que se caracteriza por la aparición de náuseas. Y al no ser capaces de predecir el siguiente movimiento del coche porque el control está en manos de otro (ahora otro humano, pronto, un robot de cuatro ruedas), se agudiza. Si además estamos pendientes de cualquier otra cosa que no sea la carretera, mayor confusión y probabilidad de consecuencias desagradables.

“Si tus ojos están fijos en tu teléfono, un libro o un mapa mientras viajas en coche, diferentes sistemas sensoriales están mandando diferentes mensajes al cerebro. Tus ojos, fijos en un objeto estático, le dicen que no te estás moviendo. Pero tu sistema vestibular, tu sentido del equilibrio, le dice que estás moviéndote”, detalla Janet Weisenberger, investigadora experta en conducción de la Universidad de Ohio.

Según un estudio de la Universidad de Coventry, el 66% de la gente ha experimentado alguna vez este mareo en un vehículo tradicional, sobre todo si estaba realizando alguna actividad relacionada con el entretenimiento durante el trayecto. Otra investigación, del Instituto para la Investigación del Transporte de la Universidad de Michigan, traslada las conclusiones a los coches autónomos: estiman que entre el 5 y el 12% de los que viajen a bordo lo experimentarán en algún momento, en mayor o menor medida.

Conscientes del problema, las empresas que trabajan en vehículos que se conducen solos están dedicando gran esfuerzo a solventar este problema que podría frenar la implantación de una tecnología que promete reducir drásticamente los accidentes de tráfico, acabar con los atascos y devolvernos el tiempo de ocio o productividad que perdemos cada día en el transporte.

Coche que se conduce solo de Uber | Agencias

Uber, el gigante del transporte colaborativo, parece haber hallado su solución y la describe en una patente futurista protagonizada por asientos que vibran y se mueven, flujos de aire que apuntan al pasajero, luces y pantallas. Todo un arsenal de recursos para convertir tu coche del futuro en un lugar donde podrás hacer de todo.

El documento describe con todo lujo de detalles un “sistema de estimulación sensorial para coches autónomos” capaz de transmitir al pasajero lo que está decidiendo y poniendo en práctica el robot que conduce el automóvil. No se trata necesariamente de replicar los movimientos (aceleraciones, frenadas, giros…), sino de proporcionar distracciones o fomentar respuestas aprendidas a los distintos movimientos del vehículo para prevenir el mareo.

Por ejemplo, los asientos podrían vibrar cuando el coche decelere, o una serie de motores podrían controlar el cabeceo y balanceo en respuesta a los giros. Además, Uber planea utilizar indicadores luminosos en techo y puertas o pantallas alrededor de la cabina para mostrar al ocupante las intenciones del vehículo, de forma que sepa cuándo está a punto de cambiar de dirección o aumentar o disminuir la velocidad.

El sistema de climatización también podría jugar un importante papel en esta estrategia para prevenir las náuseas. “Cuando el vehículo autónomo esté a punto de frenar, el sistema de estimulación sensorial podrá modificar el flujo de aire en la cabina”, que variaría desde en su velocidad e intensidad hasta la dirección, la temperatura o el lugar del cuerpo del pasajero hacia el que apunta (cabeza, brazos, piernas…), de forma que, a base de repetición y aprendizaje, su cerebro interprete de inmediato que determinada configuración se asocia con cierto movimiento inminente. “La estimulación puede entrenar las respuestas sensoriales de los pasajeros para prevenir la cinetosis”, afirma en la patente Uber.

Coches que se conducen solos | Agencias

En este sentido, un reciente estudio publicado en 'Experimental Brain Research' ha demostrado que los flujos de aire resultan efectivos para controlar los mareos producidos por el movimiento, si bien las vibraciones del asiento no han mostrado mejorías en las pruebas realizadas por los autores.

En cualquier caso, el problema de los mareos no afecta por igual a todo el mundo. “La gente difiere en su susceptibilidad”, explica Weisenberger. ”Para muchas personas, la exposición repetida al entorno permite que se adapten y se reduzcan los síntomas. Para un pequeño porcentaje de la población es mucho más difícil adaptarse y siguen experimentándolos”.

Que algunos se vayan a acostumbrar sin más a los vaivenes del coche sin conductor no quita que sea un problema serio para los fabricantes de automóviles, que no se pueden permitir desarrollar un producto que excluye a un porcentaje de los usuarios... o que hace que se pongan malos y tengan que rogar al robot que haga una paradita en el arcén, con lo desagradable que eso resulta.

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