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INTERNET, CIUDAD CON LEY
Haber sido víctima de un ciberdelito, que tu privacidad esté en manos de una red social o Google, que aparezcan datos personales en una web sin haber prestado tu consentimiento o que no te de la vida para contestar los mensajes de Whatsapp que recibes a diario, pueden hacer que te replantees la continuidad en el mundo virtual ¿Podrías llegar a desaparecer de Internet? Depende de tu actividad. En todo caso, a corto plazo, lo tienes complicado.
Qué información tiene la Red sobre ti
Es posible que otros usuarios te hayan mencionado y etiquetado en lugares y eventos en los que hubieras querido pasar desapercibido. Seguro que desearías saber el secreto de algun@s para trabajar a la vez que publican y comentan cada minuto todo lo que se les ocurre. Te has cansado de que tu vida esté públicamente expuesta en la Red o por seguridad, te conviene desaparecer del mapa virtual una temporada.
Desaparecer del mundo online no implica solo deshacerte del móvil y la total desconexión de Internet. Durante los últimos años has convivido día a día con la tecnología mediante el uso de redes sociales, mensajería instantánea, comercio electrónico, navegación web, búsquedas, mensajes de correo electrónico, etc. Esto implica que has dejado múltiples rastros digitales hasta el momento que decidas “tirar del cable” y pasarte al “modo OFF”. Borrar pistas es un proceso muy complejo que no se consigue en un día, ni en un año o quizá, nunca.
Todos estos años de vida online y una sociedad cada vez más tecnificada han construido una huella digital tan potente que nos hace ser fácilmente identificables. Por una parte, debes pensar en la información que publicas, visible al resto, que puedes eliminar por tu cuenta, solicitar tanto al administrador del servicio o web que sea retirada o ejerciendo el renombrado “derecho al olvido” a Google. Por otra parte, debes tener en cuenta la información que aceptas aportar para utilizar un servicio o una aplicación. Lo “gratuito” en la Red se traduce en que redes sociales, buscadores, aplicaciones, webs, servicios de compra- venta online, reservas, etc. almacenan en sus servidores toda la información posible en relación a usuarios (identidad, localización, gustos, preferencias, información confidencial, etc.) para ofrecerte sus utilidades, estudiar y mercadear con fines desconocidos con los datos que proporcionas. Ese tratamiento de información no lo puedes controlar (ni podrás). Tampoco podrás evitar que los demás guarden tu información, por muchos derechos que quieras ejercitar. Los proveedores de servicios dicen no mantenerla tras cierto tiempo pero una cosa es que no esté activa en la Red y otra que la borren de sus servidores; o que no la vendan.
Iniciando proceso de borrado
Lo primero de todo sería, inevitablemente, cambiar tu identidad física real. Será inútil que te empeñes en navegar de forma anónima, usando nicks ficticios o identidades falsas o que no vuelvas a utilizar nunca más un servicio o dispositivo de carácter tecnológico. Si mantienes tu identidad real en el mundo físico, es muy probable que otros servicios publiquen información sobre ti en la Red. Publicaciones oficiales, boletines, nombramientos, directorios, o cualquier acto jurídico que pueda derivarse de tu existencia en el mundo físico, podrá tener reflejo en el virtual. Por ejemplo, algo tan sencillo como inscribirte en una carrera popular. Los listados aparecerán en su web y tú entre los participantes.
Si alguien te busca y no apareces en las búsquedas iniciales, podrán localizarte a través de herramientas de explotación y tratamiento de datos como el data- mining, el big-data, ahora tan de moda, que extraen información a través de otras herramientas de búsqueda más profunda y correlación de datos que recogen de la red. Es el llamado “OSINT” (Open Source Intelligence) o Inteligencia en Fuentes Abiertas.
Renuncia a cualquier dispositivo electrónico o informático que te facilite la vida y que tenga conexión a Internet, conocido como “Internet of Things” (IoT). Mandan continuamente información a sus proveedores sobre tus rutinas: sueño, actividad física, pulsaciones, hábitos, agendas, calendarios y un sin fin de información personal. Por poner un ejemplo, supongamos una aplicación de las que analizan tus sesiones de running diario. Sus desarrolladores sabrán el ejercicio físico que haces, tu progresión, características biométricas, recorrido que haces, etc. Si se amplia su campo de acción y análisis a una zona de 20 kms a la redonda de tu casa, es posible que lo usen miles de personas. Si luego aparece un gran almacén de ropa deportiva en tu zona no será una casualidad.
Deshazte del teléfono móvil
Emite señales (aunque no lo uses) que permiten rastrearte. En las pelis las cabinas siguen existiendo, en nuestro país falta poco para que desaparezcan. A ver cómo te comunicas con alguien en caso de que lo necesites. Lo debes de hacer desde una línea fija y siempre que no lleve asociada la titularidad a tu identidad. Pero si te mueves, lo vas a tener complicado.
Aunque solo te conectaras a la red para usar los servicios de mensajería instantánea como Telegram o Whatsapp, da igual si la comunicación va o no cifrada y si queda rastro de tu conversaciones en algún servidor; por muchas precauciones que tomes o seguridad que tenga una aplicación, no sabes el uso o las medidas que toma tu interlocutor con los mensajes que le mandas.
Iniciando proceso de intoxicación de huella online
Una vez suspendida toda actividad online, te hayas deshecho del móvil, borrado de los vestigios de tu huella online pública, eliminación de cuentas personales, has de iniciar un “proceso de contaminación” de la información que otros, usuarios y proveedores, puedan guardar sobre ti.
Antes de llevar a cabo ese “proceso de contaminación”, cambia de dispositivos electrónicos; no utilices ninguno que pueda llevar tu titularidad, navega y publica con conexiones anónimas y nunca desde casa, utiliza buscadores que no rastreen tu navegación y paga con monedas virtuales tipo Bitcoin.
Entonces, créate perfiles falsos, cambia los originales por datos contradictorios de modo que se genere confusión en el proveedor de servicios o en aquellos que intenten seguir tu pista. Hay veces que los proveedores se actualizan con la nueva información que introduces y eliminan la antigua, por temas de economía.
Todo este proceso para tratar, y es posible que no se consiga, de eliminar tu existencia virtual, lleva tiempo y puede durar años. Para volverse loc@. La conclusión a todo esto es que, salvo que permanezcas un largo período en un retiro espiritual, es imposible convivir sin estar conectado a Internet y sin llevar un móvil permanentemente encima. Es una necesidad que hemos creado entre todos y pocos podrán vivir sin estar expuestos a los demás. Por eso, hay una frase extendida que dice: “Internet no olvida”.