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Delito contra la intimidad
Hace unos días, se publicaba la noticia del suicidio de una chica, Tiziana, como consecuencia, presuntamente, de la humillación sufrida en la Red, e incluso, fuera de ella. El origen fue, al parecer, la difusión sin consentimiento de unos vídeos de contenido sexual entre la chica y su ex pareja. En España, esta conducta constituye un delito contra la intimidad. Es más común de lo que pensamos, muchos casos no son denunciados y sin embargo, tienen consecuencias devastadoras para la víctima.
He leído muchos de los artículos que se han publicado en estos últimos días al respecto. Se pone el ojo en las muertes producidas por estos hechos pero no en las barbaridades que se publican al respecto, el batiburrillo de conceptos legales que generan confusión, los crueles comentarios de los usuarios y la errónea concepción que existe de las redes sociales. Me he quedado HO-RRO-RI-ZA-DA.
Como policía, he vivido muchas experiencias dolorosas con finales trágicos pero nada comparado con la crueldad que se vive ahora en la Red y la confusión que existe para dar una respuesta razonable (no siempre efectiva) a determinados comportamientos delictivos. Asusta leer cómo medios y los propios usuarios culpan a las víctimas de las consecuencias que se derivan de un mal uso de la tecnología: “SU MUERTE HA SIDO CULPA DE LAS REDES SOCIALES”, banalizan y justifican, incluso, las consecuencias como algo inevitable: “SE LO MERECÍA, POR GUARRA”, “NO HABRÍA OCURRIDO SI NO HUBIERA EMPEZADO ELLA”. Todo esto es muy preocupante y espero compartáis conmigo las siguientes reflexiones. Como comúnmente se suele decir, esto está para “hacérnoslo mirar”.
Primero. Comentarios y titulares de noticias con el siguiente texto: “SE SUICIDA (“O LA HAN MATADO”) POR CULPA DE LAS REDES SOCIALES”. Las redes sociales no matan, son las personas. Aunque parezca absurdo, conviene recordar que el responsable de los contenidos publicados o difundidos por los usuarios es el propio titular de la cuenta. Es lo mismo, a efectos penales, que se registre con una identidad real, un perfil falso o ficticio, detrás de esa cuenta hay una persona responsable y potencialmente identificable. Por tanto, las redes sociales no matan, son tan sólo el medio que permite dar voz a lo que se piensa o siente.
Segundo. Delitos. En todo este cúmulo de hechos, se han sucedido, al parecer, varias conductas que en España son delictivas. En primer lugar, fuera la chica en primer lugar o el ex novio en segundo o viceversa, lo que sí se produjo fue una difusión a terceros sin autorización, de grabaciones audiovisuales, en este caso, de carácter sexual, que se obtuvieron en un lugar íntimo con consentimiento del otro (igualmente delictivo si no hubiera habido autorización) y cuya divulgación, sin duda, produjo un menoscabo grave de la intimidad personal de la víctima. Esta conducta es delictiva en España desde hace poco más de un año. En Italia no.
En segundo lugar, después de la cesión del vídeo a un/os tercero/s, se produce una difusión y viralización voraz que se convirtió en un acoso sobrevenido de dimensiones descomunales contra Tiziana, proveniente de múltiples usuari@s, todos con nombre y apellidosyque se van a ir de rositas. Se escudan en la masa para el insulto y la burla, creyendo que las redes sociales son un “ente poderoso destructivo”, como el “Marshmallow Man”, el marinerito de la película de los Ghostbusters. Esto no es ninguna película. Los contenidos de las redes los genera el propio usuario, el mismo que, tras difundir el vídeo (da igual la intención) así como todo tipo de comentarios humillantes y “jocosos” contra una persona, pide justicia para su víctima.
Finalmente, una trágica muerte que la Fiscalía italiana investiga como posible delito de inducción al suicidio. Ya veremos si dentro de esa posible inducción, se incluye la sentencia impuesta a la víctima por la autoridad judicial de 20.000 euros y la petición de resarcimiento de costas de las redes sociales, como dos factores más que han podido contribuir al trágico desenlace y no solo la conducta cruel de los, dícese “Marshmallow Man”. Las redes, lejos de contribuir a mitigar las consecuencias de lo que se publica en ellas, están ahí, demostrando lo que son: máquinas de hacer dinero con nuestras vidas.
Tercero. La justicia italiana le reconoció a Tiziana su derecho a eliminar el rastro en Internet dejado por esos vídeos en Facebook, Google, Yahoo, Youtube y el diario local online Citynews. Ordenó suprimir los vídeos y los comentarios que los usuarios habían subido a la red pero la condenó a pagar 20.000 euros en concepto de costas porque había habido consentimiento en la toma de imágenes.
Tranquil@, si denuncias, esto en España no pasaría ya que, como hemos dicho, aunque haya consentimiento en la obtención de las imágenes, su difusión es delito. Por tanto, si decides denunciar este tipo de hechos (deberías de hacerlo) y el denunciado es finalmente condenado como responsable del delito que denuncias, le correspondería, según indica la Ley, la reparación del daño y perjuicio por él causado (moral y material), como sería por ejemplo, la cantidad abonada a las proveedoras de servicio por eliminar el rastro dejado por el vídeo difundido así como el pago de costas procesales. Para conocer las consecuencias legales y prácticas del Derecho al olvido” os recomiendo la lectura de este magnífico post de @Samuel_Parra.
No obstante, luego nos sorprendemos de que las víctimas de acoso u otros delitos contra la integridad moral, la intimidad o el honor no denuncien. No solo no encuentran solución a su problema sino que, además, se les victimiza y culpa.
Cuarto. No obstante, y suponiendo que los grandes proveedores de servicios hagan caso a la retirada de contenidos por requerimiento judicial, ya sabéis que la retirada no implica la desaparición de los contenidos que se pueden perpetuar por el propio funcionamiento de Red. No obstante, si el tema alcanzó tal nivel de difusión es porque cientos de miles de usuarios y medios le hicieron un flaco favor a Tiziana compartiendo las imágenes y contribuyendo a su difusión. El abogado Alfredo Herranz también lo comentaba en este magnífico post.
¿Qué hacer si somos víctimas de la difusión no consentida de imágenes personales que constituyan un delito contra la intimidad?
1- PRIMERO.Si eres menor, cuéntaselo cuanto antes a tus padres o a alguien en quien confíes. Están ahí para ayudarte, no te culpes ni te avergüences. Esto le puede pasar a cualquiera. Han traicionado tu confianza y vulnerado el derecho a la intimidad y estás siendo víctima de un delito.
2- SEGUNDO. Identifica todas las fuentes o redes donde aparece publicado el contenido o el medio a través del cual se empezó a difundir. Contactos, perfiles, teléfonos, etc. Podría exigirse más de una responsabilidad, según el nivel de difusión alcanzado y el medio por el que se ha llevado a cabo. Es un proceso doloroso pero necesario para la investigación.
3- TERCERO. Denúncialo. Cuanto antes, mejor. Cuanto más tiempo dejes pasar, mayor será la difusión y el dolor que sientas. Es muy probable que se pueda determinar (ya veremos si después acreditar) el origen de las imágenes difundidas, y por tanto, el autor criminalmente responsable de un delito contra la intimidad. Déjalo en manos de las autoridades.
4- CUARTO. Solicita a las redes sociales, si ya se ha difundido a éstas, la retirada de todos los enlaces existentes a los contenidos denunciados. Primero, denuncia los enlaces y después solicita la retirada y no al revés, ya que hay que salvaguardar los contenidos cuando estén activos. Las redes sociales no aportan datos de contenidos eliminados o suprimidos si no hay una salvaguarda previa. Acude, a profesionales que te ayuden a solicitar el derecho de olvido. Si condenan al autor, podrás repercutir las costas al responsable.
5- QUINTO. Si tienes conocimiento de otros hechos diferentes a los denunciados que puedan contribuir a la investigación, amplía la denuncia, se pueden aportar más datos durante la investigación.
6- SEXTO. No pienses que la vida se acaba en el duro episodio que estás viviendo. Los comentarios virales en las redes sociales van y vienen. Es muy difícil abstraerse de lo que está ocurriendo pero tarde o temprano, dejarán de hablar del tema. Sé fuerte. Quizás te vendría bien abandonar las redes por un tiempo, hasta que todo se normalice.
7- SÉPTIMO. Cada uno puede hacer lo que le dé la gana con su privacidad pero piensa que la persona que hoy es digna de tu confianza, puede convertirse en tu peor enemigo en un futuro. Por tanto, cuidado con permitir la toma de imágenes de contenidos tan íntimo.