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UN CAMBIO PROGRESIVO Y SILENCIOSO
Lo primero de todo: ¿qué es un protocolo en internet? Son las normas que rigen la forma en la que la información se transmite de un ordenador a otro. Aunque la siguiente es una afirmación muy genérica podríamos decir que cada protocolo web tiene una cabecera, el contenido que se carga y el pie. Éste es el último es el que muestra si algo falla.
La comparación más sencilla podría ser la del correo postal ordinario. La cabecera sería la normativa de Correos para escribir la dirección, el contenido sería la información y el pie sería si el sobre llegara con algún desperfecto.
Como no podría ser de otra forma, en la Red también hay alguien que maneja el cotarro de los protocolos, en este caso el 'Internet Engineering Task Force' (IETF). Esto nos puede sonar a chino o a una suerte de Iniciativa Dharma en 'Lost', pero más bien existen para que no nos perdamos.
Pues bien, el IETF ha decidido que ya era hora de jubilar al viejo HTTP, que data de 1999. Por aquellos años nacía Google, una compañía que ya estaba empezando a enredar por su cuenta para cambiar dicho protocolo, pero que al final se ha unido a la asociación para dar la bienvenida al nuevo HTTP2.
¿Esto me afecta en algo?
Pues sí te afecta y bastante. Cada día tenemos conexiones más rápidas, tanto en redes móviles como en fibra óptica, pero seguimos usando las mismas reglas que en el siglo pasado. Es como ir con un Ferrari por el casco histórico de una ciudad, porque el actual protocolo tiene muchas lagunas que subsanar.
Además del HTML estándar, los sitios web incluyen muchos elementos de diseño, secuencias de comandos, imágenes, diversos formatos de vídeo y animaciones en Flash (aunque de estas últimas cada vez menos). Todos estos elementos provocan que el navegador tiene que enviar varias peticiones hacia el servidor, con el objeto de cargar los distintos contenidos.
Esto puede provocar ralentizaciones si se van añadiendo más y más elementos en una página: cuantas más conexiones haya, más disminuye el rendimiento y aumenta el tiempo de espera del usuario. Y estamos a unas alturas de desarrollo en la que cada vez queremos más rapidez de carga, no toparnos con una web que marcha lenta a pesar de tener cien megas de fibra óptica.
Con HTTP2 las webs cargarán mucho más rápido, algo que aleatoriamente irán comprobando los usuarios de Chrome, Firefox y Explorer 10 (para Windows 10), mientras se hacen las pruebas pertinentes. La velocidad de transferencia crecerá entre un 20 y 30%, según Engadget.
Se conseguirá esto porque se va a evitar recurrir al caché para evitar esperas, tal y como sucede ahora. Con el nuevo protocolo el servidor y el navegador tendrán una conexión constante, en lugar de tener una cada vez que se necesitan transferir datos. Y estos datos se transferirán en código binario, el idioma de un ordenador, en lugar de texto, como ocurre con HTTP.
El 15 de agosto expira el documento del proyecto de la IETF sobre el protocolo, momento en el que se tendrán que dar más detalles de su implementación. Pero todo apunta a que todos estaremos navegando más rápido en poco tiempo. Y lo mejor es que ni lo notaremos, a no ser que seamos unos frikis que miden los tiempos de carga de nuestros marcadores favoritos.