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NO ES NARCISISMO
El tiempo que pasamos conectados con la otra persona, un porcentaje considerable lo pasamos mirando la pequeña ventana con nuestra imagen.
Tras la pandemia y el impulso del teletrabajo, que ha llegado para quedarse en muchas empresas, realizar videollamadas se ha convertido en algo muy habitual, casi del día a día. Y bueno ya no solo por motivos de trabajo, sino también para comunicarnos con familiares y amigos.
Los usuarios de plataformas de video llamadas incrementaron durante la pandemia de coronavirus, de haber unas 10 millones de videollamadas durante diciembre de 2019 pasamos a 300 millones en abril de 2020.
Curiosamente, durante las videollamadas, la mayoría de nosotros tenemos un hábito que muy pocos admitimos en voz alta: mirarnos a nosotros mientras realizamos la videollamada. Muchas veces, mientras conectamos a través de una videollamada con una persona o con varias, un gran porcentaje de la conversación lo pasamos mirando, casi de forma inconsciente la pequeña ventanita con nuestra imagen. Aunque parezca lo contrario, no significa que seamos unos narcisistas, pero a la larga si puede tener algunos efectos negativos sobre nuestra salud mental. Según un estudio publicado en el periódico 'Clinical Psychological Science' puede llegar a producir problemas de ansiedad e incluso depresión.
En el estudio los participantes respondieron preguntas sobre su estado emocional antes y después de las conversaciones online. Por lo general, los participantes miraban a su compañero de conversación en el monitor mucho más de lo que se miraban a sí mismos, pero hubo significantes diferencias en aquellos participantes individuales que se miraban a sí mismos.
A este curioso fenómeno de mirarnos a nosotros mismos durante las videollamadas lo han denominado 'Dismorfia de Zoom'. Ya que mirar durante cierto tiempo a una pantalla con nuestra imagen puede hacer desarrollar sentimientos negativos o una mala percepción de nosotros mismos.
"Muchas personas luchan contra la fatiga y la melancolía tras un día completo de reuniones a través de zoom" señala los investigadores. "Nuestro trabajo sugiere que la propia vista de uno mismo en las plataformas de vídeo puede hacer que esas interacciones más difíciles de lo que deberían ser".
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