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AVANCES EN IA
Los últimos avances en inteligencia artificial han hecho saltar las alarmas en muchos colectivos: ¿es la tecnología que hay detrás de los mismos un amigo o un enemigo?
En las últimas semanas, hemos oído y visto toda clase de noticias sobre la inteligencia artificial: “X puestos de trabajos serán sustituidos por IAs”, “La IA protagonista de la feria tecnológica de Las Vegas de este año”, “El futuro del sector de los viajes en manos de la IA” y muchos más.
Al igual que con el 'big data', otro concepto que ha copado cientos de titulares, empiezan a existir una incipiente niebla con respecto de esta corriente tecnológica. Incluso ya hay algunos usuarios que claman al cielo diciendo que será “la auténtica perdición del ser humano". Entonces, ese supuesto progreso ¿es un amigo o un enemigo?
¿Qué entendemos por IA y cómo de cerca estamos de conseguirla?
El mundo del cine ha fantaseado hasta la saciedad con la inteligencia artificial en sus múltiples tipologías. Desde ordenadores que se alzaban contra el ser humano (al más puro estilo 'Matrix') hasta la descafeinada película de Steven Spielberg con el mismo nombre 'Inteligente Artificial'.
Si tuviésemos que escoger una definición de inteligencia artificial entre todas las habidas, una de las mejores es la del informático y premio Turing John Mcarthy, que dentro del entorno militar la definió como "la tecnología capaz de convertir simples máquinas en sistemas inteligentes”. ¿Qué entendía Mcarthy por 'inteligencia'? La capacidad de razonar, resolver problemas de forma independiente y aprender. Características que hasta la fecha sólo estaban al alcanza de algunos animales como el propio ser humano.
Hasta la fecha, uno de los mayores exponentes en inteligencia artificial la tenemos en Watson, del gigante IBM. Se trata de todo un asistente que realmente aprende de su interacción con el ser humano y cuyas aplicaciones aún están por descubrir. Pero en la historia de la IA no hay de desdeñar otros hitos como Deep Blue (también de IBM) y su agónica lucha contra Gari Kasparov al ajedrez.
El futuro: empleo y revolución industrial
Este recién estrenado año 2017 nos despertamos con un titular poco esperanzador: ¿Puede la inteligencia artificial dejarte sin trabajo? Y es que una afamada compañía de seguros japonesa decidió sustituir 34 empleados de sus oficinas (en trabajos de gestión administrativa) por un sistema de inteligencia artificial creada 'ex profeso'.
Como en cualquier revolución industrial, la pérdida de empleos es algo normal. Sin embargo, de igual manera que la decadencia del motor a vapor o la aparición de la electricidad hicieron desaparecer infinidad de empleos relacionados con estos sectores, también generaron miles de nuevos perfiles profesionales: ya no se necesitan personas que se encarguen de prender las mechas del alumbrado urbano de aceite, pero sí responsables y técnicos de mantenimiento de una infraestructura eléctrica sin igual.
La OCDE en su último análisis del mercado profesional para 2020 dejó claro cuáles son los nuevos perfiles profesionales que más se demandarán en esa década y adelante: matemáticos, ingenieros de aplicaciones, psicólogos especializados en el entorno digital y muchos perfiles más. Una reconversión de la fuerza productiva para la generación de nuevos y más potentes sistemas inteligentes.
La inteligencia artificial, junto a otro conjunto de tecnologías, degenera en la teoría de la U: una fuerza productiva polarizada por perfiles de baja cualificación para trabajos manuales y perfiles de muy alta cualificación para trabajos de desarrollo y estrategia.
Aplicaciones militares: ¿más cerca de Skynet?
Pero otro de los principales argumentos esgrimidos por los detractores de la inteligencia artificial son sus aplicaciones militares. ¿Quién no recuerda 'Juegos de guerra', o la saga 'Terminator'? Dejar en manos de un ordenador con un proceso mental racional la defensa de un país podría suponer un problema sin igual si no existiesen los consiguientes sistemas de control.
Es el caso de los numerosos ejemplos de drones inteligentes del ejército de EEUU que, de forma racional, realizan ataques inteligentes sobre objetivos y en algunos casos conllevan bajas civiles. Es cierto que en la mayor parte de estos casos la decisión no es 100% de la tecnología, puesto que existe un operador humano, pero ya se están realizando pruebas de mini-drones capaces de tomar decisiones por sí mismos bajo unas pautas y parámetros predefinidos por un ser humano.
La inteligencia artificial no es un amigo ni un enemigo: es una tecnología más que va a transformar muchos de los sectores productivos (incluido el del periodismo).