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CURIOSIDAD
Las ondas cerebrales unidas a la luz del teléfono pueden afectar al sistema cognitivo y a nuestro cerebro.
Con el avance de los dispositivos móviles, cada vez es más común que la mayoría lo emplee como sustituto de la alarma convencional. Por lo tanto, no es de extrañar que, tras apagarla, empleemos los primeros minutos del día a comprobar las distintas notificaciones que han llegado durante la noche, así como las distintas actualizaciones de las redes sociales. Sin embargo, a pesar de tenerlo interiorizado como parte de la rutina, de acuerdo con la ciencia, resulta un hábito bastante desaconsejable.
En ese sentido, al despertar, el cerebro arrastra la inercia del sueño. Por lo tanto, no interpreta toda la información que ofrece el teléfono en toda su capacidad. Desde el punto de vista científico, el proceso normal que debe seguir nuestro cerebro es el paso de emitir ondas delta, vinculadas al sueño profundo; a ondas theta, con las que vinculamos la sensación de adormecimiento. Con el paso de los minutos, el cerebro pasa a ondas alfa, a través de las cuales ya nos sentimos totalmente despiertos.
Por lo tanto, al usar el móvil nada más despertar, interrumpimos dicho proceso y, por consiguiente, forzamos al cerebro a pasar de las ondas delta a las alfa directamente.
No obstante, el principal problema no se encuentra aquí, sino en la luz azul que emite el teléfono. Es el mismo transcurso que sucede cuando miramos el móvil justo antes de dormir. En ese contexto, la luz azul afecta disminuyendo la cantidad de melatonina, hormona que afecta al ciclo del sueño. Al no dejar que el cuerpo regule por sí mismo estas hormonas, existirá una mayor probabilidad de desarrollar trastornos del sueño. Y es que los efectos de la luz azul son acumulativos, por lo que mirar el móvil un día no afectará del mismo modo que si forma parte de nuestra rutina.
Por lo tanto, aunque esté a la orden del día, tanto a la hora de acostarse como de levantarse, se debería evitar el uso de dispositivos móviles. De esta manera, dejaremos al cuerpo actuar por sí solo sin interrumpir ningún proceso que ponga en riesgo nuestro sueño, así como sistema cognitivo.