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Un equipo de tecnólogos lleva desde 2010 perfeccionando esta cabeza robótica, bajo el proyecto Bina48, para dotarla de personalidad y conseguir, así, la inmortalidad tecnológica. Esta es su historia.
Martine Rothblatt, una de las mujeres mejor pagadas en Estados Unidos, empezó a trabajar en servicios de radio por satélite. Después se dedicó a la biotecnología y formó parte del Proyecto del Genoma humano.
La actual presidenta de United Therapeutics había nacido hombre y como hombre se había casado con Bina Aspen. Pero al tiempo decidió que quería transformarse en mujer y eso hizo. La operación no cambió nada entre Bina y Martine: su amor estaba más allá del sexo. Tanto que Martine llegó a decir en un programa de televisión que la personalidad de Bina era tan maravillosa que no quería que desapareciera jamás.
Ese deseo se transformó en una fundación: el Movimiento Terasem y, desde ahí, Martine Rothblatt se propuso perpetuar la personalidad de su esposa más allá de los límites humanos.
Esto suponía transferir la personalidad de Bina a una serie de archivos digitales. Eso sería su ‘clon mental’. Los tecnólogos de la fundación empezaron a guardar los pensamientos, gestos, recuerdos y obsesiones de Bina en un almacén digital que pudiera vivir fuera de su cuerpo humano.
Así, el día que Bina muera, su identidad podrá volver a expresarse en otro formato: un androide, un archivo digital o cualquier otro contenedor.
Por el momento, para Bina han escogido una cabeza robótica que copia su aspecto físico. La fundación acudió a la compañía Hanson Robotics para volcar información de la identidad de esta estadounidense en este bot, llamado Bina48, que visitó Madrid para presentarse en un evento de TED.
Este proyecto de inmortalidad tecnológica, que se denomina LifeNaut, comenzó con Bina48, pero está abierto a todo el mundo. A ti también. Más de 47.000 personas han introducido ya información de su personalidad en la web LifeNaut.com para crear su ‘clon mental’.
Todos estos datos se guardan en la nube. Quizá por eso muchos artistas representaron la inmortalidad y la otra vida con unas nubes celestiales. Porque la inmortalidad tecnológica, la única posible por el momento, está ahí, en la nube o, lo que es lo mismo, en las grandes de servidores de las grandes compañías tecnológicas.