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EN DUDA ANTE LA LLEGADA DE TRUMP
Barack Obama se ha destacado durante su presidencia por sentar unas bases que garanticen la neutralidad de la Red, así como por un fuerte estímulo económico a la investigación y el desarrollo, particularmente en energías renovables.
Cuando Obama llegó a la Casa Blanca apenas había smartphones en el mercado, Twitter aún no despuntaba y de Google todavía se pensaba que solo era un buscador. Ocho años después las tres primeras compañías en capitalización bursátil son tecnológicas (Apple, Alphabet y Microsoft).
Esto da una idea de la importancia que ha tenido el sector tecnológico durante la legislatura de Obama. Las circunstancias del mercado y de la sociedad han marcado este crecimiento, pero las decisiones del presidente de Estados Unidos también lo han favorecido.
La neutralidad de la Red ha sido uno de los grandes temas de la era Obama: ahora los dos partidos de Estados Unidos están de acuerdo en que todas las compañías que venden servicios online deben jugar con las mismas reglas. Los proveedores de servicio no deberían discriminar entre ellas, es decir, deberían tratar igual a Google –que mueven un tráfico mastodóntico– que a una tienda online que comercializa zapatillas.
En lo que no están de acuerdo los dos partidos es en cuánto se tiene que involucrar el gobierno para garantizar este trato igualitario. Bajo la batuta de Obama la FCC (Federal Communications Commission), el organismo regulador de las telecomunicaciones en Estados Unidos, impulsó la ley Open Internet Order en 2015, que impide a los proveedores de servicios bloquear o discriminar cualquier tipo de tráfico que sea legal. Tampoco pueden llegar a acuerdos económicos para dar prioridad a ciertas empresas.
Además, Obama pidió a la FCC que considerará las comunicaciones de ancho de banda como un “servicio de telecomunicaciones” en lugar de un “servicio de información”. Esto permite al regulador tratar a los proveedores de servicio bajo una estricta normativa, la misma a la que están sujetas aerolíneas y compañías telefónicas.
En este ámbito, del nuevo presidente Donald Trump se espera que haga temblar los cimientos de estas normativas. Uno de los miembros de la FCC, el republicano Ajit Pai, ha dicho que la política que se ha seguido en los últimos ocho años “tiene sus días contados”.
Una inversión de 100.000 millones de dólares
Volviendo de nuevo al pasado, el inicio de la crisis económica marcó la llegada de Obama a la Casa Blanca. Poco tardó el presidente en anunciar un plan de estímulo de 790.000 millones de dólares: el objetivo era crear empleo, dar crédito a las empresas y aguantar el chaparrón.
En esta cantidad está incluida una importante partida de 100.000 millones de dólares cuyo destino fue la investigación y el desarrollo, especialmente en el ámbito de las energías renovables. El sector tecnológico fue el más favorecido.
Así, los proyectos de renovables -sobre todo la energía solar- y la fabricación de baterías han sido dos de los principales pilares que han recogido la inversión, además de haberse dado créditos gubernamentales para investigación y para el lanzamiento de productos. Uno de los beneficiados ha sido Tesla, compañía que sirve de ejemplo de cómo las inversiones de Obama en este ámbito han acercado el sector energético al tecnológico.
Hace unos meses Tesla anunciaba una fusión con SolarCity, fabricante de paneles solares y que tiene por presidente a Elon Musk, fundador de la marca de coches eléctricos. Así, la producción de paneles solares queda bajo el paraguas de una compañía que está considerada de facto como perteneciente al sector tecnológico.
También, claro, ha habido descalabros, como la bancarrota de algunas empresas que se habían visto favorecidas por créditos gubernamentales.
Respecto a la posición de Trump, poco se sabe al respecto. Lo cierto es que las compañías de energías renovables son optimistas: las industrias solar y eólica dan trabajo a 300.000 personas en Estados Unidos, cinco veces más que el sector del carbón... aunque el magnate reconvertido a presidente ha dicho en repetidas ocasiones que no cree en el calentamiento global. También señaló que las renovables eran alternativas muy caras. Habrá que ver cuál será el legado que nos quede tras su paso por la Casa Blanca.