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Por qué los navegadores son tan lentos y se cuelgan tan a menudo (y cómo solventarlo)

Por mucho que avance la tecnología, hay algo que no cambia: los navegadores se van ralentizando poco a poco a medida que navegas por la Red. ¿Por qué sucede? ¿Cómo puedes evitarlo? Tenemos las respuestas que buscas.

Microsoft da por finalizada la etapa ExplorerMicrosoft | Agencias

Internet ha llegado hasta los frigoríficos. De hecho, hasta el más simple objeto de tu casa tiene papeletas de acabar conectado a la Red en los próximos años. Sin embargo, hay algo que no cambia (o hasta cambia a peor) por mucho que tiempo que pase y avance la tecnología: el navegador se ralentiza poco a poco a medida que transcurren los minutos, abres y cierras pestañas y visitas diferentes webs.

Dejando a un lado el enconado debate sobre qué navegador (Chrome, Firefox, Safari, Edge…) gestiona mejor la memoria, lo cierto es que la queja es más o menos universal. Pasar de una pestaña a otra, abrir una nueva o reiniciar el navegador y que se carguen todas de golpe son acciones cotidianas que pueden convertirse en una pesadilla. Termina sucediendo, más tarde o más temprano, tanto si tienes un ordenador modesto como si invertiste un buen puñado de billetes en una bestia con procesador i7 o superior y 16 GB de RAM.

Hay un buen puñado de razones. Algunas son cuestiones técnicas y propias de cada navegador: cómo se refrescan las páginas que están abiertas, cómo se gestiona la caché, los análisis que se realizan en busca de ‘malware’, si cada pestaña funciona de forma independiente (algo conocido como ‘sandboxing’)...

Otras son de índole más cotidiana. Para empezar, el gran problema de internet: las páginas se vuelven más pesadas cada día que pasa por la saturación de publicidad y los formatos de anuncio que consumen más y más recursos. Lo que nos lleva directamente a la siguiente causa de que los navegadores se ralenticen: los usuarios se ven obligados a instalar extensiones para bloquear la publicidad, restringir el uso de Flash o JavaScript y cerrar el grifo a las numerosas herramientas de rastreo que siguen nuestros pasos por la Red. Toda una paradoja: consumimos recursos (memoria RAM, procesador) para evitar que las páginas los engullan.

Más allá de las mejoras que introducen los navegadores con cada actualización, y que algo alivian la pesada carga que tienen que soportar nuestros ordenadores, el problema no tiene visos de solucionarse a corto o medio plazo. Así las cosas, ¿qué podemos hacer para evitar que Chrome, Firefox o el navegador que sea nos deje tirados tan a menudo? Aquí van unos cuantos consejos que agradecerás si sabes de lo que te hablamos:

1. Elimina las extensiones que no necesitas. Las instalaste hace tiempo y ya no recuerdas ni por qué, pero siguen consumiendo recursos constantemente. Si notas que tu navegador se ralentiza, prueba a comprobar qué extensiones tienes instaladas y en desuso. Deshazte de ellas. Cuantas menos decidas mantener (salvo excepciones que veremos enseguida), más rápido se debería mover tu navegador.

2. Saca a pasear el CCleaner. Para funcionar más rápido, tu navegador guarda información sobre las páginas que visitas en la memoria caché, en ‘cookies’ (por ejemplo, de inicio de sesión, para que no tengas que volver a identificarte cada vez que accedes a un servicio) y en archivos temporales. En principio es algo positivo, pero si dejas que se acumule durante mucho tiempo verás cómo se convierte en negativo. De cuando en cuando es necesario hacer una limpieza, y herramientas como CCleaner se hacen cargo del trabajo sucio.

CCleaner | Agencias

3. Vigila al vigilante. Tu antivirus se encarga (o debería) de impedir que los ciberdelincuentes pongan sus sucias garras sobre tu ordenador. No es tu enemigo, pero a veces una solución de seguridad se vuelve sobreprotectora y de tanto comprobar que cada contenido al que accedes es inofensivo, termina monopolizando los recursos y ralentizando tu navegación.

4. Pero, ¿y si fuera un virus? Es la otra cara de la moneda. Lo que está lastrando tu experiencia en internet también podría ser un ‘malware’. Lo cierto es que, de ser así, necesitarás algo más que un antivirus. Prueba a analizar tu ordenador con una herramienta gratuita tipo Malwarebytes a ver qué encuentra. Tras deshacerte de las amenazas, ya libre de ‘spyware’ y otras malas hierbas, tu navegador volverá a ser el de antes.

5. Que no haya gorrones. La culpa de que tu navegador vaya lento también podría ser del vecino. No de cualquiera que viva en tu rellano, sino del dichoso vecino gorrón que te está robando el wifi. Comprueba si tienes polizones y, de ser así, cambia la contraseña del router para arrojarlos por la borda.

6. ¿Usas AdBlock? Prueba otra cosa. Cuando decíamos que algunas extensiones sí contribuyen a que tu navegador funcione más deprisa (o, mejor dicho, a que no lo haga más despacio), nos referíamos, entre otras cosas, a los bloqueadores de publicidad. Evitan que las páginas más saturadas de anuncios y los formatos más agresivos devoren la memoria de tu ordenador, pero también son, en sí mismos, auténticos glotones de RAM. No te extrañes si ves que AdBlock Plus está acaparando los recursos.

7. ¿Pestaña en desuso? Mándala a dormir. No vamos a recomendarte que cierres las pestaña que no estás utilizando porque sabemos que no lo vas a hacer. Yo no lo hago, tú no lo haces, ellos no lo hacen… Y así hasta que conjugues todo el verbo porque es un consejo inútil. Si no quisieras mantener visibles esas páginas, ya las habrías descartado. Lo que sí te vamos a aconsejar es que instales la extensión que todo internauta con síndrome de Diógenes debería tener en su navegador (si es Chrome): The Great Suspender. Las pestañas no se irán a ninguna parte, pero se suspenderán y consumirán muchos menos recursos cuando no las estés utilizando. ¿No usas el navegador de Google? Tranquilo: hay alternativas para Firefox.

Pestaña suspendida | Agencias

8. No quieres cerrar pestañas ni suspenderlas… Vale, pero al menos agrúpalas. El efecto es parecido y tal vez te resulte más cómodo. Lo puedes hacer con extensiones como la famosa One Tab (disponible tanto para Chrome como para Firefox). Hay muchas otras con el mismo cometido: tendrás que probarlas para ver con cuál estás más cómodo.

9. Reinicia el navegador de vez en cuando. Se tarda muy poquito en abrir y cerrar el navegador, aunque algunos tienen la mala costumbre de volver a cargar todas las páginas abiertas y alargan el proceso. Pero incluso así merece la pena: te sorprenderás al ver cómo de inmediato disminuyen los recursos y todo se mueve más fluido. El uso de RAM puede reducirse perfectamente a la mitad.

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