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Quitando la crisis que nos ha tocado vivir del coronavirus y este encierro que pronto cumplirá un mes, uno de los problemas que más nos desvelan en nuestra casa son los del Wifi, porque andamos de un lado a otro con el móvil o el tablet escuchando (o viendo) cualquier cosa y siempre hay un punto ciego donde se corta el streaming.
Eso nos lleva a tener que cambiar de red o, en el peor de los casos, a resignarnos a pensar que no hay manera de que un mínimo de señal acabe llegando a ese punto de la casa. Es en ese instante cuando nos proponemos que vamos a solucionarlo y pensamos en la solución más sencilla, una que además es bastante cómoda y económica: un repetidor Wifi.
Estos dispositivos, que se han popularizado en los últimos años, tienen la ventaja de que se pueden instalar fácilmente y cambiarlos de sitio según las necesidades, sin demasiadas complicaciones pero, como buen aparato de Wifi, tiene el inconveniente de que va perdiendo calidad la conexión a medida que nos alejamos de él. Al igual que ocurre con los routers.
¿Hay alguna solución? Pues sí. Existe una que cada día está cobrando más relevancia, entre otras cosas, porque en los dos últimos años han visto cómo sus precios descendían considerablemente. Si en 2018 estábamos hablando de soluciones que apenas bajaban de los 300 o más euros, ahora mismo es posible encontrar algunas por apenas 90. Se trata del Wifi Mesh o redes de mallas.
¿Redes de mallas en una casa?
Esta tecnología se ha venido utilizando, sobre todo, para empresas, oficinas y en el ámbito profesional y no ha sido hasta hace poco que dio el salto a los hogares como una alternativa real. Estas redes Mesh lo que permiten es crear, a través de una serie de nodos, una red inalámbrica única, con una sola SSID que nos garantiza en todo momento la máxima velocidad posible de la que es capaz el router, que es del que recogen la señal para enviarla a todos los rincones de la casa.
A esa característica, que de por sí ya es razón suficiente como para confiar en ella, tenemos que sumarle otro detalle determinante: que no notaremos los cambios entre nodos cuando estemos utilizando un dispositivo móvil en movimiento, ya que éste se realiza de tal forma que pasa desapercibido para el usuario. Lo que nos evitará sufrir cortes en un streaming aunque nos traslademos de una habitación a otra.
Son los nodos que forman parte de la red los que van gestionando los dispositivos conectados a ellos, de tal forma que se los van pasando de unos a otros en función de la cercanía o distancia que les separa de cada uno. Eso evita, sobre todo en casas de varias plantas, que tengamos que buscar manualmente la mejor red disponible en cada zona, con la pérdida de segundos que eso significa entre cambio y cambio de red Wifi.
Además, estas redes son escalables, es decir, que se pueden ampliar con el tiempo según nuestras necesidades: podemos instalar dos nodos al principio para después ir añadiendo nuevos hasta el máximo que permita el fabricante. Por último, decir que cada punto de esa red suele aguantar un tope máximo de 40 conexiones a la vez, lo que nos garantiza un uso más que suficiente para el que tenemos a diario en nuestra casa. ¿Sigues queriendo un repetidor?