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DEPENDERÁ DE TU TERMINAL Y TU SISTEMA OPERATIVO

Cuestión de diseño: el ‘escritorio’ de tu móvil dice mucho de ti

El bonito y aburridísimo diseño de iOS, el personalizable y caótico Android o la opción en medio de ambas con Windows Phone: el lío de tener un diseño de escritorio atractivo y personalizado en tu móvil o tablet

GooglePlay Diseño de escritorio de una tablet Android

Nuestro entorno de trabajo dice mucho de nosotros. Hay gente que trabaja en mesas impolutas, sin nada por encima, mientras otros aprovechan cada rincón para poner algo: papeles, bolígrafos, post-its... Nunca se sabe cuándo vas a necesitar tener algo a mano, ni tampoco cuántas cosas eres capaz de amontonar en tu escritorio sin que parezca una leonera.

Con nuestros terminales digitales sucede algo similar. Hay gente cuyo escritorio del ordenador aún conserva la imagen oficial que traía su Windows o Mac de fábrica. Hay quien personaliza hasta las tipografías, tamaños y colores y hay, claro, quien no deja un hueco libre en la pantalla a base de amontonar archivos, carpetas y accesos directos.

Como decíamos a nuestras madres de pequeños, en realidad nada está desordenado porque nosotros sabemos exactamente dónde encontrar cada cosa. Quieras que no, es nuestro orden. Con los móviles y tablets, sin embargo, no siempre es así. Igual que en los ordenadores hay opciones para bloquear el escritorio, algunos fabricantes dejan poco margen a la hora de organizar el caos de cada cual. Hay escritorios de ordenador donde puedes encontrar iconos bloqueados -que no permiten ocupar más espacio del que tienen- y alineaciones a una cuadrícula -con lo que se limita el espacio a cuenta de tenerlo todo visualmente ordenado-. Y lo mismo pasa con algunos móviles.

Apple y su poca manga ancha

Es el caso de los iPhone. Su gestión del espacio es muy ordenada, con una cuadrícula perfecta que muestra los iconos de las apps uno detrás de otro. Puedes cambiar su orden, o agruparlos en carpetas (que ocupan el espacio de un icono), pero no puedes hacer más. La pantalla de tu iPhone sólo será distinta a la de los demás en las apps que tengas instaladas, en qué orden las pongas y cuál sea el fondo de tu pantalla. Punto.

Es bien sabido que Apple es poco amiga de 'abrir' las cosas al usuario. Son de la creencia de que los productos, cuanto más homogéneos y cerrados, mejor. El hecho de que tengan tan pocos agujeros para virus y que cualquier usuario no familiarizado con la tecnología pueda usar sus dispositivos fácilmente avala la teoría.

Eso sí, es un soberano aburrimiento.

En el caso del iPhone, al menos, el resultado es visualmente agradable: los iconos de las apps son grandes en relación al tamaño de la pantalla, y en el caso del iPhone 6 Plus (más phablet que móvil) resuelven el problema con ingenio: nada más configurar el terminal te preguntan si quieres una visualización estándar o con zoom, que hará los iconos un poco más grandes acorde al tamaño de su pantalla para que la disposición sea igual de armónica que en los terminales anteriores.

El problema es más notorio con el iPad. Porque sí, a mayor pantalla, más espacio para colocar cosas. Aquí los iconos son mayores, pero en relación a la pantalla no tanto. Los huecos entre apps, las fronteras de esa rígida cuadrícula, se vuelven visualmente enormes. Y, claro, Apple no permite romper esa estructura.

El resultado, a efectos estéticos, es la de pantallas con mucho espacio vacío sin poder hacer nada con él.

El ordenado caos de Android

Si Apple es aburrido de tan ordenado que es, Android puede ser un festival.

Primero porque aquí puedes colocar los iconos donde quieras, respetando también una cuadrícula invisible, pero que sí te permite dejar huecos en blanco. Puedes, por ejemplo, poner un icono en cada esquina si quieres, cosa imposible en un terminal con iOS.

Además, claro, están los widgets. Cada app -y en muchos casos, con variedad de widgets dentro de cada app- te ofrece la posibilidad de poner no ya un icono, sino una caja que ejecuta alguna de sus funciones. Puedes hacerte un calendario a pantalla completa, dedicar media pantalla a un reloj con previsión del tiempo, ver un listado de tuits o mails en una esquina o, directamente, poner un player de música en el centro, con iconos arriba y abajo.

Visualmente la experiencia es mucho más enriquecedora y engrana mucho mejor con el usuario y sus necesidades: hay quien combinará apps, quien las ordenará en función de su uso, quien hará pantallas temáticas (una para juegos, otra para música...). Eso, unido al hecho de que la mayoría de widgets permite redimensionar en función de la cuadrícula, da unas opciones infinitas.

Si a eso le añades que en GooglePlay hay hasta kits para cambiar el diseño de los iconos de las apps más comunes, el resultado es que cada móvil de cada usuario pueda convertirse en una experiencia totalmente personal.

Por eso muchas veces los usuarios de Android comparten públicamente sus pantallas del móvil: no sólo muestran sus apps y en qué orden las tienen, sino parte de su personalidad a través de colores, tipografías, orden, widgets y demás.

El problema de las pantallas grandes

Pero no todo son buenas noticias. Igual que en los iPad la separación de los iconos se vuelve exageradamente grande en cuestión de diseño, tampoco las phablets y tablets Android se libran de algunos problemas por el tamaño. La retícula existe en ambos casos, aunque sea cierto que en Android se puede mitigar el efecto alternando visualmente con los widgets.

El problema viene con una característica propia de las pantallas grandes (y común también a muchos móviles normales con Android): la posibilidad de la doble orientación en vertical y horizontal.

Tú puedes tener tu terminal perfectamente ordenado para verlo en vertical, pero... ¿qué pasa cuando lo giras en horizontal? Si tienes un iPad las apps se reordenarán automáticamente, y aunque es cierto que el número de apps por pantalla son las mismas, habrá más iconos por fila, y eso hará que se te pueda desordenar todo y sea más complicado encontrar las cosas.

En Android no siempre sucede eso: los terminales tienen dos visualizaciones independientes, de forma que, mientras conserves los mismos iconos y widgets, se te conservará más o menos el aspecto. Más o menos. El problema: que los widgets que quedan bien en vertical no quedan bien en horizontal.

Cómo solucionar esos agravios visuales

La solución a estos problemas pasarían por varias opciones.

La primera, una que no existe (o no está muy extendida, al menos): dotar a los dispositivos de visualizaciones totalmente diferentes y que te permitieran disponer unos elementos en la pantalla en vertical y otros en la pantalla en horizontal, logrando así un ajuste perfecto y una experiencia de uso más adecuada a la orientación. Dando, eso sí, libertad al usuario para personalizar la configuración.

La segunda, gracias a esa tendencia de Android a dejarle al usuario la libertad para hacer cosas (lo cual, a la vez, es la puerta para que muchas veces se rompan las cosas), se puede recurrir a apps como Texdroider DPI, que permite modificar los DPI -es decir, la densidad de pantalla- haciendo que los iconos resulten más o menos grandes independientemente del tamaño y resolución de la pantalla (con los riesgos que eso comporta)

La tercera, pasar de iOS y Android e irte a un móvil con Windows: el diseño con retícula de mosaico, que te permite mover las teselas, cambiar su tamaño y recolocar, parece una buena solución para los iconos. Claro está, mejor sería la cosa con widgets a lo Android y un diseño final tan bonito como el de iOS. Pero claro, todo no se puede tener... o sí.

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