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UNA SPIN-OFF DE APPLE PREPARABA EL EQUIVALENTE A UN SMARTPHONE EN LOS 90
La de General Magic es una historia del fracaso desconocido, una de tantas startups que lo intentan, tienen un gran proyecto y terminan por desmigajarse al no poder sostener su estructura. Esta empresa, fundada en 1990, mantuvo vivo un sueño anticipado a sus tiempos durante 12 años, cuando la mella que la desilusión había hecho en la plantilla obligó a dar carpetazo al proyecto.
Sin embargo, la influencia que tuvo General Magic en el diseño de los futuros smartphones y el panorama móvil actual fue abrumadora. Así lo cuenta el documental que lleva el mismo nombre que la compañía. Lo cierto es que entre los empleados de esta startup estaban los que luego serían el creador de Android, el responsable de reconocimiento de voz en Google, el CTO de Twitter, el vicepresidente de ingeniería de Ebay, el responsable de inteligencia artificial en Apple, el responsable del navegador Safari, arquitectos de hardware del iPod y del iPhone o una vicepresidenta de Google.
Es un plantel de estrellas para una compañía que terminaría en fiasco después de más de diez años de desarrollo intenso de un producto visionario, complejo de hacer con la tecnología del momento y también difícil de vender, porque el mercado no estaba preparado.
A veces lo importante con un producto es llegar a tiempo y esto es lo que peor hizo General Magic. Nació en 1990, al calor de los ordenadores personales pero cuando todavía estos no habían llegado ni mucho a la mayoría de las casas, como ocurriría en la década entrante. Faltaban algunos años para que los móviles –no ya los smartphones– llegaran al mercado masivo y eran los momentos en que Tim Berners-Lee apuraba su concepción de la World Wide Web, que sacaría por fin a Internet de los círculos académicos.
A finales de los años 80 un equipo de ingenieros de Apple propuso a su entonces CEO John Sculley la creación de un dispositivo de comunicaciones portable. Los ordenadores aún pesaban como una cantidad indecente de kilos, pero el responsable de la firma dio su aprobación.
Solo tuvo que pasar un año para que el equipo se viera sin recursos ni apoyos y se lanzara a una spin-off, un movimiento también aprobado por Sculley. Se fundó General Magic, con un logo que representaba a un conejo en una chistera (lo que dio pie a que en las oficinas se pudiera ver a este animal como mascota oficial) y con un proyecto ambicioso como no había otro en toda la industria electrónica del momento.
La historia que viene después es la que cuenta el documental General Magic, con metraje grabado en aquellos años y declaraciones de los fundadores y empleados de la compañía. Los productores aún están buscando una forma adecuada de distribuir la película.
La startup trabajó en medio de un barullo silencioso durante los primeros años. Atrajo la atención de los poderosos de la telefonía, como el CEO de Motorola o el presidente de operaciones globales AT&T, creó una alianza de operadoras y fabricantes de hardware a nivel mundial y desarrolló su producto bajo un secretismo sacramental.
Llegó el mimado dispositivo portable de comunicaciones y el mercado no respondió. Aún quedaban años para la llegada siquiera de los móviles y para que la gente supiera qué era Internet. El trabajo continuó durante los años siguientes, pero la burbuja puntocom dio el hachazo final a General Magic. Primero quitándole a sus empleados, que decidieron ir a otras compañías donde se pagaba más y parecían tener un futuro brillante, y después, cuando la gran pompa explotó, la onda expansiva golpeó de lleno a General Magic. Era hora de echar el cierre a uno de los proyectos más visionarios de Silicon Valley. Las PDA ya habían llegado a los consumidores y faltaban cinco años para que Steve Jobs presentara su radiante primer iPhone.