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TRAS LA KEYNOTE
Tenemos nuevo MacBook Pro, pero poco más: ninguna novedad para el Mac Mini, el iMac o el Mac Pro. Y entre la lista de ignorados en la keynote de Apple uno brilla con luz propia, el MacBook Air.
El ordenador ultraportátil de Apple sigue en el papel de oveja negra: sin actualizaciones, ventas por inercia (y precio), y una carcasa que evoca a la década pasada. Mientras, el modelo de 11 pulgadas ya ha sido descatalogado. Lo de que el MacBook Air resiste por tener un diseño más que amortizado y un precio muy apetecible (es el MacBook más barato que puede comprarse) no es una conjetura, es que no hay nada que avale algo distinto. Es más, el Air, otrora icono de lo liviano, es más grande y pesa lo mismo que el nuevo Pro de su mismo tamaño, 13 pulgadas.
También se esperaba una renovación del monitor de Apple, el CinemaDisplay, enfocado sobre todo a los profesionales del diseño, la edición de vídeo, la fotografía y demás artes visuales. No hubo renovación, pero en su lugar hubo algo poco común: Apple anunció un acuerdo con LG para que fuesen ellos quienes creasen monitores “recomendados” para los nuevos MacBook Pro.
Es decir, Apple ya ignora manifiestamente ciertas líneas de productos de escritorio o profesionales, mientras que sus esfuerzos para el iPhone y las ventas laterales crecen en la misma medida que los beneficios que se obtienen de ellos.
Lo que ha ocurrido tiene una explicación lógica y obedece a estrategia de negocio: Apple es una empresa 'mobile', y el negocio de ordenadores cada vez se hace un poquito más pesado y menos rentable.
Hace años, el sorpasso ocurrió con el iPod, justo cuando el iPhone estaba llegando al mercado. Llegó a vender más de 50 millones de unidades en un año, suponiendo hace una década el 40% del negocio para Apple. Hoy está condenado a la intrascendencia, al olvido: Apple no lo promociona en su web, no renueva modelos desde hace años y en general queda como producto de nicho. Las gamas irán desapareciendo progresivamente.
Es difícil y alocado pensar que lo mismo ocurrirá con los Mac. Al fin y al cabo, los iPod han tenido en el iPhone en particular y en los smartphones en general su propio caníbal. Los ordenadores han quedado desplazados por el smartphone, pero no a ese nivel de sustitución.
Mientras tanto, a la dependencia del iPhone no le ha seguido una estrategia clara de diversificación: el Watch, nuevo y flamante producto estrella de la compañía, depende igualmente del iPhone. Los servicios son el único segmento de Apple que lleva semestres creciendo sin parar y a día de hoy supone un negocio de 25.000 millones de dólares anuales, según los resultados financieros presentados esta semana.
Ya no estamos en 2006, pero tampoco en 2011: en esta época, los ordenadores quedan relegados como nunca antes, el escritorio en general, también. Apple vende iPhone y algunos productos satelitales, entre los cuales crecen los servicios digitales y cada vez se va menos en serio con los ordenadores. No en calidad, sino en impulso. Cuestión mercantil.