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PRESENTADO EL DOMINGO EN BARCELONA
El Galaxy S7 Edge es un smartphone ante todo completo. Samsung le ha dado casi todo el protagonismo. Ya no es una versión superior del modelo de siempre, es al que todos los focos apuntan.
En su presentación y en las primeras muescas de marketing que hemos visto se detecta el patrón: primero, la versión curvada. Y es normal. Las curvas del Edge trascienden a la tecnología, implican diseño, status. Y en la constante carrera entre fabricantes, un plus así diferencia.
Ya en la mano, el S7 Edge es como un S6 Edge+ contenido en tamaño (de 5,7 a 5,5 pulgadas) y mejor pulido, con bordes algo más suaves, y el bulto de la cámara más comedido, sin que apenas sobresalga de la carcasa.
Pudimos probar su cámara también. Si la del S6 Edge ya se consolidó como la mejor del mercado en 2015, este año el S7 Edge la mejora ligera notablemente: píxeles más luminosos, una apertura mayor (de f/1.9 a f/1.7) para aumentar la luminosidad y detectar mejor la profundidad de campo. Y sobre todo, el enfoque.
El enfoque manual, es decir, tocar la pantalla allá donde queremos enfocar la fotografía, ha llegado a niveles difícilmente superables, eso es cierto. Es en el enfoque automático, es decir, el que hace el propio terminal cuando detecta un movimiento de objetos en el plano, donde sí había margen de mejora: ahora tarda la mitad en realizar ese cambio, algo muy muy rápido.
Resistente y con rediseño interno
Que sea resistente al agua y el polvo es la típica característica que puede parecer ligeramente útil, pero acaba siendo mucho más importante: en verano supone poder hacer fotos desde cerca o dentro del agua, una capacidad clave desde el punto de vista social. El resto del año permite estar más tranquilo cuando hay agua cerca: la ducha, la cocina... Y en última instancia, evitar el desastre en caso de accidente. Lo bueno es que se ha hecho sin comprometer el diseño, ¿o es que nadie recuerda la tediosa tapa del cargador del Galaxy S5?
Más: Samsung estrena una suerte de centro de juegos, un 'hub' en el que ubicar todos los videojuegos del terminal, a los que añade algunas funciones: la posibilidad de realizar capturas de pantalla de forma sencilla, grabar la pantalla, silenciar las notificaciones mientras jugamos, ver rankings de juegos populares o incluso ejecutar los juegos en un modo especial que ahorra consumo de batería (menos frames, menos resolución).
La interfaz y capa de personalización TouchWiz ha sido rediseñada, pero no demasiado. Es un pequeño paso más embellecedor, aunque el gran salto fue hace un año. Por fuera, la mayor novedad es el regreso del color negro, más acertado que el emblemático azul cobalto de hace un año, realmente bonito y atractivo.
Más de lo mismo, pero mejor
En general, el S7 Edge es un terminal muy continuista y al mismo tiempo limado y completo. El S6 Edge fue quizás el mayor éxito de cara a la crítica que creó Samsung, así que tenía sentido no arriesgar demasiado y redondear la jugada. Esta vez, con mejores previsiones que hace un año, cuando la demanda del Edge superó su capacidad de producción.
Tiene un diseño espectacular, una batería que promete muchas satisfacciones, un rendimiento sin sospechas, una pantalla sobresaliente, posiblemente la mejor cámara móvil actual y cada vez más detalles útiles. Su único pecado, quizás, es parecerse demasiado a su predecesor como para justificar algunas ventas. Pero si a Apple le ha funcionado…