Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
PARA EVITAR RIESGOS
En Reino Unido se están planteando dar protagonismo a estas herramientas en las aulas a partir de los ocho años.
Anne Longfield, encargada del Comisionado de la Infancia en Inglaterra, considera que las escuelas tendrían que tener un papel más activo en la preparación de los niños en su vida virtual. Y no se refiere a preparación técnica, sino a los vaivenes emocionales que las redes sociales pueden provocar en esas cabezas que todavía están formándose.
Longfield ha dirigido un estudio en niños de 8 a 12 años y considera que en estas edades sus mentes todavía tienen problemas para controlar el impacto de lo que se publica y ve en redes sociales, por lo que más ansían es reafirmar su identidad y validar sus gustos con comentarios y aprobaciones de los demás.
Esta última afirmación no difiere de lo que puede suponer para otra persona de otra edad, pero el informe sostiene que muchos niños eran demasiado dependientes de la validación social, sobre todo en el cambio de la escuela primaria a la secundaria.
Una mejor educación emocional ante el rechazo y los riesgos sería positivo, sobre todo cuando están cambiando de escuela, hacen compañeros y empiezan a utilizar un teléfono propio. Entonces es cuando empiezan a pensar no solamente en su apariencia externa, también en cómo se ven en internet. “Ahí comienza una imposiblidad de desconexión que no parará en toda la vida”, algo que puede dañarles si lo tienen una formación para reaccionar ante estos casos.
En el estudio se recogen frases de niños como las siguientes: “Si tuviera 150 me gusta es que significa que gusto a la gente”, “Edito las fotos para verme bien” o “Si veo una chica guapa quiero ser como ella si tiene todo lo que yo quiero”. Son frases pronunciadas por niños de entre 10 y 12 años.
Los términos de uso no dejan tener redes sociales a menores de 13 años, pero el estudio llevado a cabo en Inglaterra recoge que tres cuartas partes de chicos entre 10 y 12 años ya tenían cuentas en algunas. Y es precisamente por eso por lo que Longfield quiere mejorar la alfabetización digital en las aulas para ayudarles a “afrontar la montaña rusa emocional” que pueden suponer los aspectos negativos de Facebook, Snapchat o Instagram.
Los aspectos positivos que ven los niños encuestados es que pueden hacer amigos, inspirarse en los mayores, aprender nuevas cosas, mostrar su modo de ser al mundo y crear cosas que a otros les pueden gustar, además de compartir gustos y pedir ayuda con los deberes de casa.
Entre los negativos, destacan que se preocupan por lo que pueden pensar de ellos, especialmente por los comentarios negativos, y porque no saben bien en quién confiar online o que a veces están allí “porque todo el mundo está”. También se preocupan si no tienen nada bueno que poner o se sienten envidiosos si alguien presume de cosas que ellos no tienen.