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DESDE PROTESTA POLÍTICA HASTA IMAGEN DE MARCA

El Mundial sigue (al menos para Google, Twitter, Facebook y otros)

Vale, mal día para hablar del Mundial. Pero, aun sin España, la vida sigue y el Mundial también. Google y Twitter están dándolo todo para acompañar a los millones de aficionados que se vuelcan en estos días con el Mundial. Y, de paso, también hay algunas organizaciones que aprovechan la ola para enseñar lo que hacen.

Campaña de la oposición venezolana en Twitter aprovechando el Mundial TarjetaRoja

España abdica. Fin de ciclo. Gracias por seis años. Memes a gogó. Todo eso y mucho más es lo que ha dado el paso de la selección por el Mundial. Pero ya no estamos. Eliminados. Caput. Fuera. Toca pasar página. El Mundial sigue, sin nosotros. Y en lo que a tecnología se refiere, genera muchísimo más interés que el juego de los nuestros.

Y es que pocos fenómenos globales mueven a tantos millones de personas a la vez como lo hace un Mundial de fútbol. Conscientes de eso, muchas organizaciones aprovechan el tirón para dar la mejor cara en internet y captar el interés de los usuarios 'usando' la competición. Lo hacen las propias empresas de internet, claro, pero también las ajenas, a veces con campañas bastante brillantes.

Google cuenta con la ventaja del tamaño, claro. Pero le pasa lo que a las grandes marcas: no necesitan hacer publicidad para vender, ni usar el Mundial para generar más adhesiones, pero igualmente lo hacen. Así, si ya era raro ver el logo de Google en un día normal (ya casi cambian de doodle a diario), ahora más aún: cada día un doodle nuevo que, además, va cambiando según avanzan los partidos.

Ejemplo, los doodles del partido Uruguay-Costa Rica:

Y eso por no citar el marcador automático que aparece al hacer una búsqueda, con el calendario de los partidos y los resultados al momento.

La gente de Google también está con el Mundial a muerte en su cuenta oficial de Twitter: cada tuit va con una tarjeta ilustrativa vinculada al partido del momento usando datos obtenidos de las búsquedas de la gente. Aquí algunos ejemplos (el último no hace falta verlo, que es de infausto recuerdo)

Tampoco en Twitter han querido estarse quietos. Sacaron las #hashflags, que sustituye hashtags con las siglas de los países participantes por la bandera del país al que animas, más listas concretas para cada equipo y choque, fotografías de perfil e imágenes portada customizadas para la ocasión.

Al final del proceso de personalización, te invitan a seguir a gente que informará acerca del Mundial (desde periodistas a futbolistas, según tu país) y a mandar un tuit mencionando la cuenta oficial de la selección elegida y linkando al proceso que tú has seguido para que otros se sumen a la ola.

Ni en Facebook, que han reunido en un canal lo más popular de la Copa del Mundo, también con sus marcadores incluidos

Pero no sólo de fútbol vive el aficionado, también hay hueco para la economía y la política a cuenta del Mundial. Por ejemplo lo que está haciendo el Foro Económico Mundial de Davos a través de Twitter, comparando los países que juegan partidos según sus datos como sociedad.

Ahí, por cierto, ya adelantaban la debacle que sufriríamos en lo deportivo

En México, la revista online Animal Político ha puesto en marcha Gol Político, una iniciativa aún más didáctica para que los ciudadanos no pierdan la atención con el fútbol acerca de lo que consideran realmente importante: si les das permiso, por cada tuit futbolero que publiques en tu cuenta, ellos publicarán otro explicando las medidas del Ejecutivo mexicano

Y bajando un poco más hacia el sur, en Venezuela, también se ha puesto en marcha una campaña de protesta política bajo el hashtag #tarjetaroja. La idea es comparar los datos de los países que participan cada día con los datos de Venezuela, destacando que los de Venezuela son mucho peores. De hecho, lo de 'tarjeta roja' viene tanto por ser la amonestación más severa que existe en el fútbol como por el rojo de la camiseta 'vinotinto' con la que juega su selección.

Bueno, y además de todo esto, en Brasil juegan a fútbol. Increible, ¿no?