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NO TODO VA A SER LIGAR
Está muy claro que Tinder ha modificado nuestra forma de ligar, o al menos el de las personas solteras, pero la app se puede usar también para otras cosas, como identificar a ladrones.
Vale, todos estamos un poco cansados sobre las historias alrededor de Tinder: que si es una aplicación fundamental que ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, que si ha hecho el asunto de ligar mucho más simple, que si es dañino, que si es bueno, que si la alternativa a Tinder es mejor, que si el Tinder para los gays, que si el Tinder para mascotas…
El caso es que se pueden hacer más cosas con esta app de lo que pensábamos, algunas muy curiosas, como cazar ladrones. No son pocas las historias de cacos un poco tontos que se dejan pillar a través de redes sociales como Facebook o Twitter porque suben fotos o usan móviles robados para entrar en sus perfiles y les cazan así, ¿pero ser detenido porque alguien te ha identificado en Tinder? Pues eso ha pasado.
David Peterson, el cofundador de la startup Builzoom de San Francisco ha conseguido que la Policía detuviera a una mujer que se había colado en multitud de ocasiones en las oficinas de la empresa y que no había forma de coger con las manos en la masa. Por eso, muy pillín este Peterson, subió capturas de las cámaras de seguridad a Tinder para que los usuarios de la red social le echaran una mano. Y la han pillado. Él mismo ha contado la experiencia en el blog de Buildzoom.
A los dos días de empezar con esta campaña, Peterson recibió un email con los datos de la persona y una fotografía para identificarla, información que el empresario dio inmediatamente a los agentes, que procedió a la identificación y detención de la sospechosa.
Tinder, obviamente, no ha desaprovechado tan curiosa manera de usar su servicio y ha comentado que se alegran porque “Tinder pueda ayudar a conectar a las personas por cualquier razón” y por el “uso tan creativo” que han hecho de su app. Y aunque el año que viene van a introducir sus primeras opciones de pago para monetizar la aplicación, entre las que se encuentra la de poder deshacer una eliminación, parece improbable que potencien estas prácticas tan poco ortodoxas.
Sea como fuere, nada de esto habría funcionado si no hubiera habido una recompensa por cazar a la ladrona: 5.000 dólares por identificar a alguien es bastante dinero. Y probablemente, de no tratarse de alguien con cierta capacidad para popularizar su cruzada personal contra un ladrón tampoco habría habido mucha gente interesada, pero piensa en las implicaciones de todo esto.
¿Por qué no desarrolla alguien una app para, precisamente, identificar a este tipo de ladrones escurridizos? Ya podría la policía ponerse las pilas con esta clase de tecnología, que les solucionaría la vida bastante a muchos. Quizá es problemático porque supone poner en manos de la masa de internet ciertas capacidades que exigen algo de responsabilidad, pero quién sabe...