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CULTIVOS MÁS RESISTENTES
La Comisión Europea ha propuesto esta semana regular las nuevas técnicas de edición del genoma de las plantas, como por ejemplo las modificaciones realizadas con CRISPR Cas9 y la cisgénesis. Estos métodos son distintos de los organismos genéticamente modificados (OGM) y permiten generar cultivos más resistentes al cambio climático, a enfermedades y plagas.
"Queremos dar a nuestros agricultores las herramientas para producir alimentos sanos y seguros, adaptados a nuestras condiciones climáticas cambiantes y con respeto por nuestro planeta", señaló la comisaria europea de Seguridad Alimentaria, .A diferencia de los organismos genéticamente modificados (OGM), donde se introduce en una planta código genético foráneo para mejorarla, estas nuevas técnicas solo modifican el genoma de la propia planta o introducen material equivalente.
Existe una primera categoría recogida en la propuesta (cisgénesis) en la que se añade código de la misma especie o familia de la planta, que se tratarían de manera similar a las plantas convencionales pues el proceso es equivalente a la selección de semillas ancestral para ir mejorando las cosechas, pero de forma más efectiva.
La segunda categoría (mutagénesis) sustituye los métodos tradicionales donde se empleaban radiación o químicos para obtener mutaciones aleatorias por nuevas soluciones de ingeniería más rápidas y precisas, como CRISPR Cas9, que tendrá un tratamiento legal similar al de los OGM en la Unión Europea, el mayor importador mundial de productos agrícolas.
Existen ejemplos como maíz tolerante a las sequías, granos de mostaza menos amargos, cereales sin gluten o patatas resistentes a los patógenos que requieren entre hasta un 80 % menos de pesticidas y se espera que su desarrollo comercial esté maduro al final de esta década.
La propuesta se centra en un campo de la biotecnología donde Europa acumula retraso respecto a China, Estados Unidos o Canadá y llega en un momento políticamente delicado en el ámbito de la biodiversidad y la agricultura.
El Comité de Organizaciones Agrarias y Cooperativas (Copa-Cogeca) se opone frontalmente a dos iniciativas comunitarias en tramitación: la Ley de la Restauración de la Naturaleza para reparar los ecosistemas dañados y la Directiva de Pesticidas Sostenibles para reducir el uso de plaguicidas químicos peligrosos.
Los grandes empresarios agrícolas han recibido el respaldo de los conservadores y de la extrema derecha en su batalla política, en una toma de posición contra la agenda verde comunitaria que se interpreta como el inicio de la precampaña a las elecciones el Parlamento Europeo en 2024.
Bruselas espera que la propuesta sobre edición genómica sirva para compensar esas otras dos leyes más centradas en proteger la biodiversidad y mejorar la producción agrícola a largo plazo ya que "los agricultores tendrán acceso a cultivos más resistentes que requieren menos pesticidas", declaro el vicepresidente comunitario para el Pacto Verde, Frans Timmermans.
La UE cuenta desde 2001 con una Directiva que rige las modificaciones genéticas en las plantas, pero que no contempla las técnicas que han surgido desde entonces.
Una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE de 2018 estableció que los especímenes obtenidos por mutagénesis deberían de tratarse legalmente como OGM y un estudio publicado en 2021 por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria avaló el uso de estas novedosas técnicas.
Esta homologación fue contestada por los biotecnólogos que señalaron que podría dejar a las pequeñas empresas del sector agronómico europeo fuera del avance científico más importante de las últimas décadas en este campo. Algo que acabará, señalaban, siendo explotado por las grandes multinacionales.
La edición genómica genera controversia al calor del debate sobre los OGM, que están autorizados en la UE sólo si cuentan con un dictamen "ad hoc" favorable de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y aún así pueden ser bloqueados por los Estados miembros a través de una cláusula de salvaguardia.
Los partidos ecologistas, los pequeños agricultores, plataformas como Greenpeace o Amigos de Europa y 400.000 ciudadanos europeos que han firmado una petición contra estos "nuevos OGM" se oponen a la regularización de esas nuevas técnicas biotecnológicas.
Bruselas tampoco prevé exigir evaluaciones de riesgo caso por caso de los reguladores de seguridad alimentaria ni que el etiquetado subraye que el producto es fruto de la ingeniería genética en caso de la cisgénesis, aunque sí en el de la mutagénesis.
Tampoco se permitirá que se cataloguen como alimentos "orgánicos" las cosechas modificadas con estas técnicas, a petición del sector, y se aceptará un máximo de 20 mutaciones por planta.
Uno de los aspectos más inciertos es cómo proteger las patentes y cómo rastrear los cambios, pues las mutaciones no se pueden detectar al ser similares a los que ocurrirían de forma natural.
La iniciativa –que habilita esas técnicas genómicas para aplicarlas en plantas pero no en animales ni hongos– viene acompañada de una actualización de la normativa sobre Material de Reproducción Vegetal, un sector con un valor de 13.000 millones de euros.
El paquete contiene también una propuesta para mejorar la calidad de los suelos dañados por la salinización, la erosión, la compactación, la contaminación o la pérdida de retención de agua.
Una nueva Directiva encargará a los Estados miembros controlar el estado de sus suelos, definirá los principios de su gestión sostenible y pedirá que promocionen sus implementación para recuperar la buena salud de los microorganismos de la tierra.